Mallko y papá ilustran el mundo de los niños Down

Cuando el ilustrador ar-gentino Gusti (1963) tuvo hace seis años a su hijo Mallko, quien padece el trastorno genético llamado síndrome de Down, simplemente no lo aceptó, confiesa en entrevista.
“Cuando Mallko nació atacó mi castillo con todas sus fuerzas, con todo su Ejército”, apunta en uno de los textos que ilustra en el libro Mallko y papá, que acaba de publicar en la colección Travesía de editorial Océano.
“A veces, con los hijos, pasa como con el dibujo: no te sale como lo imaginabas. A un dibujo lo puedes romper, y volver a hacer. Lo puedes borrar. O hasta puedes retocarlo, mejorarlo a tu gusto, perfeccionarlo con el photoshop. Pero con un hijo de verdad eso no lo puedes hacer, no le puedes quitar un cromosoma, sólo puedes aceptarlo”, indica.
El artista plástico que vive actualmente en Barcelona explica que pasado el tiempo se dio cuenta de que Mallko estaba bien así. “Y no sólo eso: me di cuenta de que era el mejor. ¡Lo mejor! Por suerte, me dije, no lo rompí ni lo borré. Ya sé que esto suena muy cruel. Pero es la verdad. Mi verdad”, agrega.
Poco a poco, Gusti fue introduciéndose en el mundo de su hijo, fue conociéndolo y le perdió el miedo. Descubrió un lugar donde la formalidad no existe y el amor sobra, donde el juego sirve para comunicarse y las personas son rojas o verdes o negras, pero todas valen. Construyó un puente a partir del arte y la música.
“El libro es una reflexión de un tema muy personal a través del dibujo. Éste no tiene la finalidad en sí misma de ser un dibujo bonito. Es simplemente una forma de llegar a algo. Utilicé al dibujo como una herramienta para hacer mi catarsis sanadora, intenté dibujar la aceptación, el calor o el olor”, añade.
El también animador de televisión cuenta en palabras e imágenes la total aceptación que tuvieron de Mallko su mamá Anne y su hermano Théo y los diversos juegos que han practicado los tres en un camino de autoconocimiento.
“Es como un álbum de vida, de fotos, un quitarse las máscaras. Me hizo aceptar que no somos perfectos, me puso frente a un espejo. Y comprendí que la única discapacidad que existe es no tener corazón”, señala.
El creador de las imágenes de diversos libros publicados en 20 países cuenta que realizó este primer volumen que le dedica a Mallko en una sola madrugada, después de una noche de sueños pesados.
“Tenía un cuaderno de las primeras épocas cuando nació, en las que hubo muchos hospitales y cosas medio complicadas y duras de sobrellevar, pero esos apuntes me sirvieron sólo como referencia. En realidad, para hacerlo sólo usé el corazón, saque el lápiz que estaba enterrado en una piedra, como la espada de Excálibur”, destaca.
Dice que Mallko le enseñó a valorar el presente. “Preguntar qué pasará con tu hijo en el futuro es algo que no tiene sentido hacerse, porque eso te quita presente. Aprendí a que debes hacer en el presente lo mejor que puedas, no pensar en el futuro, porque en un minuto te pueden pasar muchas cosas fundamentales”.
El libro está dirigido sobre todo a los jóvenes. “Quise darle una idea de profundidad, pero con una carga muy infantil. Un niño puede entender el concepto si lo lee con sus padres, pero los adolescentes sí comprenden la propuesta. Pretendo despertar en ellos la comprensión y la tolerancia hacia este tipo de personas”.
Gusti termina su libro con la siguiente reflexión. “Aceptar es recibir voluntariamente y con agrado lo que se nos ofrece”, e informa que “Hoy Mallko tiene seis años y es muy feliz”.
Para fomentar una sociedad incluyente, el dibujante fundó recientemente, junto con otros artistas, la asociación WinDown.