XVI Bienal de Fotografía 2014, actualidad de la imagen

Mientras Fabiola Menchelli (Cd. de México, 1983) produce una imagen abstracta a partir del juego de luz y sobra para cuestionar las ideas de percepción y espacio ilusorio en la fotografía, María María Acha-Kutscher (Lima, 1968) utiliza la post-producción para crear instantáneas a partir de recortes de revistas, libros o archivos que refieren a la figura femenina.
Si bien parecieran dos artistas en polos opuestos dentro de la fotografía, representan los intereses generales de la producción en la imagen actual: por un lado, la creación conceptual, y, por otro, la producción temática digital.
Ambas fueron las ganadoras de la XVI Bienal de Fotografía 2014, y sirven de eje en la publicación que reúne los portafolios de los 26 seleccionados del encuentro, quienes en suma construyen una panorámica de la fotografía joven tanto nacional como extranjera que va desde los temas de violencia, sexualidad y cuerpo humano, hasta la arquitectura y el consu-mismo. “Las ganadoras son nombres bastante nuevos en el escenario de la imagen, y sus trabajos son realmente distintos.
Una hace una reminiscencia de la fotografía histórica a través del trabajo fino en photoshop, y otra un trabajo abstracto casi analógico en cuanto a producción”, explica Itala Schmelz, directora del Centro de la Imagen, que coordina la Bienal.
En los 629 portafolios inscritos, el jurado encontró temas recurrentes como la violencia, no representada de manera directa pero sí a través de sus consecuencias como la soledad, la muerte, la pérdida y los paisajes desolados.
Por ejemplo el trabajo de Yael Martínez Velázquez La casa que sangra donde documenta a una familia guerrerense cuando pierde a tres integrantes.
El cuerpo humano y la sexualidad quedan representados en los artistas Rodrigo Ramos y Sergio Fonseca.
El primero explora el entorno del boxeo para ofrecer una mirada distinta sobre la masculinidad, y el segundo revela una identidad del hombre desde una serie de retratos de stripers.
Para la publicación, los trabajos se presentan en dos curadurías para generar un diálogo entre las imágenes a partir de sus semejanzas y diferencias, señala Schmelz. Una es la lectura de Magnolia de la Garza, curadora independiente, en la que revisa la relación de antaño entre escultura e imagen.
Con el título De la escultura al archivo, De la Garza confronta el trabajo de Acha-Kutscher Womankind con el de Menchelli Constructions; pues mientras el primero usa el archivo como fuente para la creación de collages que luego se presentan como una obra original, el siguiente caso son imágenes abstractas creadas desde la figura geométrica y la escultura.
La segunda curaduría es La profundidad de la superficie del fotógrafo Mauricio Alejo, quien plantea cómo en la fotografía el vínculo entre imagen y realidad es “débil” en el sentido de no corresponderse literalmente, y la premisa es que los artistas son conscientes de que sus fotos construyen un entorno secundario, casi ilusorio.
Es el caso de la serie Desaparecer la ciudad de Pamela Zeferino, quien propone borrar lo urbano para conjurar un entorno hipotético; lo mismo que Meza Orozco quien habla del desvanecimiento del objeto, de lo tangible.
“Me parecía importante que no sólo hiciéramos ese papel como institución de dar un premio, sino también de trabajar con curadores que se aproximaran de una manera más directa a los autores para preguntarse qué están haciendo en la fotografía, cómo se presenta, qué temas, qué está pasando en el lenguaje fotográfico”.
Así, continúa, la Bienal permite revisar el escenario actual de la fotografía, un sensor de la efervescencia del lenguaje visual y la evolución tecnológica de la disciplina que incluso se apoya de piezas audiovisuales, obras digitales o instalaciones.
Además del libro-objeto, la curaduría de De la Garza se exhibe en la Fototeca de Nuevo León, en Monterrey, y la de Alejo en Museo de Arte de Sinaloa.
En el Centro de la Imagen sólo se ofrecerán pláticas con los artistas ganadores a partir de marzo de 2015.