El polémico guerrero de los $35 millones

Con excepción de los cerros Chimalhuachi y Las Palomas, la escultura Guerrero Chimalli de Sebastian, es lo más alto que se puede ver en Chimalhuacán. Desde la Prepa 75 en la montaña o desde la Avenida Sor Juana Inés de la Cruz en el vecino municipio de Nezahualcóyotl, se distinguen su color rojo y su altura que por poco alcanza los cerros. Alrededor casi todo es gris y árido, y las casas y comercios no pasan de los tres pisos.

Guerrero Chimalli es una de las obras más altas entre las 200 esculturas públicas del artista nacido en Chihuahua, en 1947, con el nombre de Enrique Carvajal. Con los años, Sebastian ha ido creando piezas de mayor tamaño que se imponen a la entrada de ciudades, en puntos de frontera, en medio de plazas y que emulan, en sus palabras, el sentido de los dólmenes o menhires que a lo largo de la historia de la humanidad “tuvieron que ser grandiosos y enormes, a veces para no perderse, a veces para conmemorar el sentido religioso, simplemente para decorar o a veces para hacer tumbas”.

El tema es polémico; de nuevo demanda el tan pospuesto debate sobre el arte público y lleva a preguntas sobre cómo se destinan recursos públicos a ciertas obras —el Guerrero Chimalli tuvo un costo de 35 millones de pesos, confirmaron autoridades de Chimalhuacán— y con qué criterios se asignan las obras a un artista —ningún otro creador en México tiene más esculturas monumentales en espacios públicos que Sebastian.

Pero además de todo eso, la obra tiene entre sus elementos distintivos un escudo y una antorcha.

La antorcha es símbolo del Movimiento Antorchista que gobierna este municipio mexiquense, movimiento que ha hecho magnos eventos este 2014 para festejar su 40 aniversario.

El escudo o rodela del Guerrero está vinculado a la historia local: chimalli es una palabra en náhuatl que significa escudo y Chimalhuacán se conoce como “lugar de poseedores de escudos o rodelas”. En su otro brazo, el Guerrero tiene una antorcha.

Laura Castillo, directora de Comunicación Social de Chimalhuacán negó que esa pieza fuera una antorcha: “No es una antorcha; no, de ninguna manera. Es un macuil como el que tenían los guerreros prehispánicos para defender a sus pueblos”.

Sin embargo, en la papelería que se entregó al público durante la inauguración del Guerrero y que aún se distribuye entre los visitantes se describen algunas de las 33 piezas que componen la escultura y ahí se habla de una antorcha, como pieza número 1 y se detalla que ésta llegó a Chimalhuacán el 11 de agosto de 2011.

“Los compañeros se equivocaron; es un macuil prehispánico”, insiste Castillo respecto al contenido del tríptico informativo. Sebastian niega que sea un distintivo del Antorchismo: “No es una antorcha, es un arma, es como lo que sería un hacha de guerra. Es el símbolo de la defensa del guerrero. Recreo un arma prehispánica para la guerra y simboliza, pues eso: que el guerrero tenía su escudo y su arma”.

Pero en la inauguración de la obra, el 13 de diciembre, Sebastian mismo se refirió a esa pieza como una “antorcha” que alumbraría por la noche. Al cuestionarlo, dice: “El Guerrero, en las noches, como tiene iluminación, un haz de luz de rayos láser, se vuelve un coloso y (la pieza) se va a volver entonces sí una antorcha. La escultura de día es guerrero y de noche es coloso”.

Según Sebastian, nada tiene que ver ese elemento con el Movimiento Antorchista: “A mí no me encargaron una obra de conmemoración del Antorchismo. Me encargaron una del municipio, que representara un guerrero chimalli. Eso es lo que yo hice. No hice una obra para conmemorar al grupo; de hecho el gobierno es un gobierno priista, el movimiento es emanado del PRI”.

En la inauguración, además de alcalde Telésforo García Carreón, estuvo Aquiles Córdova Morán, líder nacional del Movimiento Antorchista, quien auguró que la escultura se convertirá en el símbolo de México. “Sientan la escultura porque es suya, porque ustedes aquí viven y la verán al ser gigantesca”, dijo a los chimalhuaquenses.

Avances de la obra. La escultura fue propuesta hace poco más de tres años y medio. Laura Castillo precisa que se destinaron 35 millones de pesos sin detallar cuánto se pagó al artista y cuánto por los materiales. Además, se invirtieron 25 millones en el corredor, un pasaje de poco más de un kilómetro y medio, donde alrededor de la escultura monumental se ubicaron asientos, una fuente danzarina, áreas verdes y un riachuelo con peces.

Respecto al presupuesto, el escultor asegura que el dinero se fue en obra y que incluso él puso de su bolsillo para concluirla: “La estructura y el hierro, al final, cuando el dinero no alcanzaba, yo los puse de mi taller. Y hubo muchas maneras de cooperación: la pintura, por ejemplo, fue un patrocinio y las grúas, también”. Como en otros proyectos de sus esculturas monumentales, se hicieron y vendieron réplicas.

En la calle, en torno de la pieza, se han ubicado una cafetería y una tienda donde se ofrecen agendas, vasos, llaveros, gorras, playeras y galletas con la forma del Guerrero. La vendedora, Karina Robles, explica: “Esta es la tienda del Movimiento Antorchista”.

Para los habitantes de Chimalhuacán, que hasta hace unos años convivían con un entorno lleno de basura, la llegada del Guerrero es un cambio. Así lo ven los estudiantes y los vendedores: Pilar, de 15 años, dice que con la escultura hay “una evolución para nuestra comunidad, como que la mejora”.

“Se mofan”, se ríe y comenta Heriberto Barrera, dueño de un taller en la avenida Ampliación Bordo de Xochiaca, al lado de la obra: “Todos lo conocen como El Mazinger Zeta porque es muy parecido, sólo que la otra es caricatura y esta es escultura”.

Las redes sociales se llenaron de memes y burlas la última semana; comparan la escultura con gigantes, monstruos y robots. El precio de la obra y su tamaño son el motivo de las críticas.

La siguiente obra monumental de Sebastian estará en Tijuana, será La puerta de las Américasuna escultura que inaugurará en 2015, en la frontera entre México y Estados Unidos; medirá 48 metros.