Danza, ritual para agitar la conciencia

La danza tiene otra forma de mirar, tiene una manera de conectarse a través del cuerpo que consigue llevar al espectador a un nivel de conciencia mayor.
Es esta conciencia la que busco generar”, expresa Tania Pérez-Salas, bailarina y coreógrafa mexicana, quien encontró en la expresión corporal el lenguaje para hablar de la violencia, la equidad de género y el miedo, pero también de la belleza humana.
Modo de expresión que durante dos décadas ha desarrollado, y le mereció el premio Mujeres Pioneras UNAM, el cual reconoce su trayectoria dentro de la danza, y también su labor como emprendedora cultural al fundar y dirigir su propia compañía desde 1994, con la que se ha presentado en escenarios de Latinoamérica, Europa y Asia.
Este reconocimiento, que se le otorga luego de realizar una estancia académica en Estados Unidos, se suma al Premio Nacional de Danza (1993), el Nacional de Danza (1993), el Virginia Fábregas (1994), el Nacional y Continental de Coreografía (1994) y fue finalista del Premio Internacional de París, como bailarina solista.
Para la artista, la distinción universitaria —que también se entregó a investigadoras de la UNAM— no sólo premia su trabajo como directora de la compañía, sino también el desarrollo de la danza como disciplina estética que facilita la comprensión del entorno sociocultural, sin ser un arte panfletario.
A mí me parece que es un reconocimiento que me motiva porque existen muchos obstáculos en este trayecto artístico.
Antes no reflexionaba este papel que me ha tocado jugar en la danza, pero ahora es parte fundamental de mi vida y es la forma que aporto algo a la sociedad, por eso me siento cada vez anclada a mi trabajo como coreógrafa”, señala en entrevista quien recibió el premio hace dos semanas.
La compañía de Tania Pérez-Salas recién regresó de Estados Unidos, donde presentó las coreografías Las aguas del olvido y Ex-stasis, en el Shubert Theater de Boston, en un programa titulado Made in Mexico, obras que hacen desde una sátira a la tecnología hasta de la vida y la muerte.
La danza prende esta capa de conciencia que está normalmente distraída, por eso pienso que la danza tiene una responsabilidad ritual de conciencia.
Porque cada vez estamos más apartados desde esta naturaleza salvaje del ser humano, pero siempre cuando nos volvemos a conectar a través del arte nos damos cuenta de la esencia humana.
Y estamos mucho más conscientes de nuestro papel como seres humanos.”
En ese sentido, Pérez-Salas carece de una fórmula de creación, y más bien es la apreciación del presente lo que determina el contenido y forma de sus coreografías, que en muchos casos son una suerte de collage musical-escénico. “Me gusta entender por qué pensamos cómo lo hacemos hoy y por qué lo hacíamos diferente en el pasado. Entonces mi trabajo reflexiona sobre estos cambios y no me quedo en el lugar cómodo”.
Por ejemplo, este año trabajó en el proyecto Macho Man XX” que refiere sobre el pensamiento femenino y masculino, y para el siguiente año presentará esta coreografía desde una nueva perspectiva que reflexione sobre el miedo y la violencia a partir de la distinción de género.
El montaje será parte de las piezas para festejar los 20 años de la compañía que si bien cumplieron en 2014, será a partir de enero cuando lo celebrarán.
Condición efímera
Tania Pérez-Salas describe la danza como una de las artes efímeras por excelencia en el sentido de que no hay un soporte material que la contenga más allá del momento de presentación, como sí sucede con el cine, la literatura o la pintura. Entonces adquiere mayor importancia el diálogo entre bailarín y espectador, y lo que provoque la coreografía en el público será una emoción instantánea.
En la danza tenemos que ir a un espacio y momento específico donde tenemos este contacto que difícilmente podemos revivir; esto es lo que también la hace especial, una experiencia única.
Es su condición de efímera, que la danza no se hace por una cuestión económica sino por el simple hecho de expresar”.
Su compañía, agrega, ha traducido esa condición en un modo mayor de expresión, en un intento por subsanar el momento efímero en recuerdos a largo plazo: “Es como presenciar un atardecer, que es una experiencia tan excepcional que queda en nuestra memoria”.
Al asegurar que se encuentra en un momento de formación creativa, Pérez-Salas señala que el arte cuestiona quiénes somos, y su danza buscar entender nuestro contexto.
La compañía prepara los montajes que ofrecerá durante 2015 en escenarios nacionales e internacionales en el marco de la gira por su aniversario.
“Es difícil plantear un proyecto arístico, pues el país tiene muchas complicacioines, pero tenemos muchas giras, futuros montajes que ya se están proyectando”.