El origen de la terapia craneosacral

El concepto cráneosacral tiene su origen en la osteopatía, que nace en 1874 con Andrew Taylor Still. Poco después, en 1895, el Dr. Palmer desarrolló el principio quiro-práctico.
Los quiroprácticos y los osteópatas han arrojado mucha luz sobre la relación que existe entre la función, la estructura y el sistema nervioso humano.
Ambas disciplinas terapéuticas postulan que la curación es inherente al cuerpo y que lo único que el terapeuta puede hacer es contribuir a que ésta se produzca por medio de manipulaciones que alivien la tensión acumulada en la columna vertebral y en otras partes del cuerpo.
Queda claro pues que la salud y la sanación en el ser humano son acciones inherentes y que nuestro trabajo como terapeutas consiste en eliminar las tensiones o interferencias que impiden la perfecta función neurológica entre el cuerpo y el sistema nervioso central (SNC). De esta manera la energía nerviosa y por tanto los reflejos vaso-motores espinales hacen que los tejidos y órganos reciban más afluencia de sangre y así se realice la auto-curación.
El primero en investigar el “Mecanismo Respiratorio Primario” a finales del siglo pasado, fue el Dr.W.Suther-land, discípulo del padre de la osteopatía, el doctor Taylor Still (1828-1917). El doctor Still fue uno de los pioneros de la medicina holística. Buscó durante toda su vida la rearmonización del hombre con la naturaleza. Su forma de abordar la curación rechazaba la cirugía y las drogas, solamente utilizadas como última medida. Principalmente se apoyaba en un sistema de manipulación del cuerpo, que denominó osteopatía; ejercicios físicos y consejos sobre el estilo de vida. Fundó en 1892 la primera escuela, la American School of Osteo-pathy, en Kirksville. Los principios de esta otra medicina basada en leyes naturales revolucionaron la medicina de su época.
El doctor W. Sutherland (1873-1954) viendo la sofis-ticada anatomía craneal tu-vo una intuición a principios de 1900, “los huesos del cráneo tienen que estar construidos para permitir un movimiento respiratorio”. Con esta primera inspiración en el año 1901 el doctor W. Sutherland comienza una vida de búsqueda e investigación desarrollando lo que hoy se llama la Terapia Cráneo-Sacral.
No fue fácil su camino ya que como todo pionero, que aporta nuevas ideas, tuvo muchos problemas incluso dentro del campo de la osteopatía. Dedicó más de 30 años a estudiar la anatomía del cráneo y experimentó de diferentes maneras, aplicando presión en huesos concretos del cráneo y viendo la relación que tenían con diferentes disfun-ciones y cambios emocionales. Desarrolló un sistema de examinación y tratamiento de los huesos del cráneo consiguiendo muy buenos resultados, basado en la idea de que los huesos no están soldados sólidamente sino que hay un micromovimiento o flexibilidad a través de las suturas en que se separan los huesos.
En el año 1948, a la edad de 75 años, el doctor Suther-land hace un cambio de paradigma en el concepto craneal. Tiene una segunda inspiración y quizás la más importante.
Observó un problema que se liberó desde el interior del cliente, sin su fuerza o presión sino por el poder intrínseco de la persona. Hasta ahora estaba preparado para buscar el movimiento, el eje de rotación, la restricción y la descompensación en el
movimiento y ayudarlo (al sistema) a moverse mejor. Ahora reconoció que el movimiento era justo el resultado de fuerzas más profundas en juego, y por debajo del movimiento existían estados de bienestar y calma más profundos.
La orientación de su trabajo cambia radicalmente: para de hacer los protocolos y test de movimiento de huesos y membranas y comienza a trabajar y a cooperar con la potencia del sistema como conductor de la inteligencia innata del cuerpo. Comenzó a llamar a las fuerzas con la que estaba en contacto «el Aliento vital», fuerza dinámica que crea constantemente al ser humano.
Posteriormente una línea importante de osteópatas salvaguardaron y desarrollaron estas ideas. Por otra parte ha habido un amplio desarrollo de esta técnica, apoyado en diferentes trabajos de investigación en laboratorio (especialmente entre los años 1960 y 1980 en Estados Unidos), que han confirmado y ampliado los descubrimientos de Sutherland.
En realidad, el terapeuta no impone nada sobre el cuerpo de la persona, sino ayuda al poder autocorrec-tor del organismo. Por eso en Estados Unidos el terapeuta cráneo-sacral se llama facilitador. Y también es la causa de que esta terapia tan suave como efectiva, es segura y conveniente para personas de todas las edades.
Desde adultos hasta niños y bebés, así como después de una operación o en condiciones de fragilidad, complementando el tratamiento médico o psicológico.
Si no hay una patología concreta, la terapia nos ayuda a eliminar tensiones y bloqueos y a vivir la vida más plenamente, aumentando la vitalidad corporal. Algunas patologías en que más comúnmente se aplica la terapia son: dolores de cabeza de tipo migra-ñoso o tensional; dolores y problemas de espalda y de aparato locomotor; tensión muscular; alivio del dolor; problemas articulares; problemas de oído, vista o boca; problemas digestivos; sinusitis y neuralgias faciales; estrés, ansiedad, cansancio crónico; traumas infantiles, niños hiperac-tivos; secuelas de accidentes; problemas emocionales.

Parte básica del trabajo son las técnicas de los “puntos de quietud” (stillpoint), manipulaciones revitalizantes del sistema craneal. Tienen un efecto meditativo, relajante y activador de las fuerzas de autocuración del organismo.