El actor swing no gana igual en México que en NY

El actor swing (suplente) no necesita escalar montañas, lanzarse de paracaídas o subirse a un juego mecánico para darle a su vida un poco de emoción, porque vive con la adrenalina corriendo por sus venas todo el tiempo que dura la temporada de una puesta en escena.

No saben en qué momento les tocará subir al escenario o cual personaje deberán interpretar y eso los pone con los nervios al borde.

Erika Hau lo ha vivido: «En Hoy no me puedo levantar me dieron un sábado libre, pero pasó que una bailarina se lastimó. Entonces, la niña que estaba haciendo el personaje de Malena (la villana de la historia) tuvo que subir de bailarina y me tuvieron que hablar para que yo terminara la función como el personaje de Malena.

«Literal, yo estaba por entrar al cine con mi novio cuando suena el teléfono, ‘¡vente para el teatro!’, y voy corriendo para allá, así rapidito para subir a escena», compartió Hau, quien cubre a tres personajes o tracks, del musical creado por Nacho Cano y que lleva ya dos temporada en la ciudad de México.

El recién egresado de la carrera de comedia musical, Juan Pablo Ruiz, recibió su novatada como swing en junio pasado en la obra de teatro Godspell, cuando Óscar Schwebel se lesionó un hombro durante su participación en el programa de televisión Bailando por un sueño.

«Él tenía todo el brazo vendado, no podía subir así a escena, y tuvieron que subirme en el último minuto, fue como 5 o 10 minutos antes de empezar función, pero la obra luego iniciaba desde la segunda llamada, fue de agárrate los pantalones porque si no, esto no funciona».

Es una labor que no cualquiera puede hacer, porque además de ser un actor, bailarín y cantante versátil, tiene que estar siempre entrenado, ser estudioso, disciplinado y saber dejarse llevar.

«Un swing trabaja lo quíntuple, en Broadway son la gente mejor pagada porque son los más preparados y la más capaz, entonces a la hora de las nóminas gana arriba de todo el ensamble, en México no pasa lo mismo, sí nos falta», comenta Erika Hau.

Un swing tiene que estar presente en todas las funciones y preparado para entrar aunque nunca haya presentado el personaje, como sucedió con los swing de Wicked, Edén Pintos y Raymundo Montoya.

Debido al poco tiempo que se tuvo para montar este musical (dos meses) ellos no tuvieron oportunidad de probar sus papeles en el escenario hasta después del estreno.

«Tienes que caer, probar cargadas con todo mundo, checar cómo se agarran porque ellos ya tienen cosas muy establecidas, las chicas te dan diferente impulso, los hombres las cargan diferente», explicó Raymundo, quien tiene que estar al tanto del trabajo de ocho bailarines.

Edén se encarga de cubrir cinco puestos, tres del ensamble de cantantes, un crossover (canta y baila) y es cover de Elphaba, la figura principal de la obra, por lo que tuvo que batallar con muchas cosas.

«Cuando sube un swing es muy diferente. A lo mejor son detalles chiquitos pero que si no lo ensayas previo a la función, la primera vez que subes no sabes si va a funcionar, no sabes si la falda te va a estorbar para poder hacer esa cargada, o si el sombrero se te va atorar, son cosas que vas descubriendo hasta que ya estas arriba, en la marcha».

«Es aterrador, esa es la palabra», comentó Erika sobre ese momento.

Pero señaló que no siempre es así porque hay producciones que desde el inicio integran al swing en los ensayos o alternando papeles en cada función. Pero como sea, ella considera que su «Biblia» y los compañeros son un factor determinante para que un swing pueda desempeñar su trabajo correctamente.