Ha sido un pésimo año para las letras

El novelista y cuentista colombiano, quien vivía en México desde los 60, murió el 17 de abril en su casa del DF a los 87 años, a causa de un cáncer linfático. La muerte del autor de Cien años de soledad, su obra cumbre, conmocionó al mundo de las letras, pues era un escritor muy querido. Cuatro días después recibió un homenaje nacional en el Palacio de Bellas Artes.
Lo que más disfrutaba el poeta José Emilio Pacheco Berny (1939-2014) era escribir a mano, de noche y con su pluma fuente, rodeado de un silencio absoluto. También le fascinaba escuchar música, leer poesía o historia y contemplar el mar y la Luna.
“A José Emilio le encanta el mar; le gusta todo lo que sea de agua: ríos, lagos, nubes, lluvia, la perfección de una gota.
Tal vez se debe a que, por parte de su mamá, Carmen Berny, su familia está íntimamente ligada al océano. Los Berny son originarios de Marsella, Francia, donde muchos de ellos eran capitanes de barco, marineros”.
Todo esto lo cuenta su gato Orso, el narrador de la biografía para jóvenes A mares llueve sobre el mar, que en breve publicará editorial SM y presentará en la FIL Guadalajara el próximo 30 de noviembre.
Orso describe al autor del poemario Los elementos de la noche como un hombre “algo tímido, distraído”, que siempre estaba “inmerso en la lectura de un libro, sentado ante la máquina de escribir, apoyado sobre su codo izquierdo, con manchones de tinta en algunos de los dedos de la mano derecha”.
Pero, en realidad, la autora que comparte todos estos secretos y pone a conversar al también ensayista y traductor con el gato que lo acompañó durante varios años, es Laura Emilia Pacheco, hija del escritor, quien, tras varias negativas, aceptó participar con este volumen en la colección Así ocurrió. Instantáneas de la historia.
“Aunque es una biografía, de ninguna manera es la vida de un santo ni la de un prócer. Es la vida de un señor que escribe, el porqué escribe, cómo se convirtió en escritor y qué hizo con esa vida.
No pretende ser una cosa académica o técnica.
Es una conversación y, más que nada, es una invitación a leer su poesía”, explica en entrevista la escritora y editora.
La primera hija de José Emilio y la periodista Cristina Pacheco dice que le agradó el hecho de que su padre formara parte de esta colección de biografías de personajes, “porque están desde Lola Álvarez Bravo y Galileo, hasta Sor Juana Inés de la Cruz y Octavio Paz, pasando por Silvestre Revueltas y Mario Molina”.
Aunque aclara: “Mi reacción inicial fue decir que no, porque era un poco difícil pensar o concebir una biografía de esta naturaleza escrita por ‘la hija del señor’.
Como que se me hacía un poco incómodo y, además, escribirla el mismo año en que él murió”.
Señala que, tras la insistencia de SM, habló con su familia y decidió enfrentar el reto. “Me costó mucho trabajo, sufrí mientras la escribía, porque no encontraba cómo hacerla. No quería ser yo la narradora, eso me parecía abominable.
Entonces se me ocurrió que fuera un gato, al que él quiso mucho, el que la contara. Y, al tener ese elemento de juego, me pude deslindar y tener más libertad y amplitud y todo fluyó, me divertí mucho”, confiesa.
La cuentista aclara que todo lo que comparte con los lectores es algo que el mismo Premio Cervantes narró en algunas conferencias o pláticas.
“En ningún momento traspaso ese límite de recato, de ensimismamiento, de privacidad, que él guardaba con tanto celo y mi familia también.
Es una conversación entre amigos, él y el gato”.
La narradora y traductora destaca que lo que más le interesó de esta biografía es motivar a los jóvenes a acercarse a la poesía de José Emilio, por eso introdujo fragmentos de algunos poemas.
“También quise acercarlos al concepto de que todos somos únicos, por lo que, una vez que existes, te debes una sinceridad a ti mismo.
En el caso de mi papá, su familia esperaba que fuera notario o empresario y no lo fue.
Debió haber sido muy difícil aceptar que el muchacho que tenía la vida resuelta con la notaría iba a dejarlo todo para ser poeta. Esa sinceridad le valió una vida de lucha, pero fue feliz”, agrega.
El libro, ilustrado por Mario Rosales, termina dejando al poeta vivo, cuando viaja a Macedonia, cuna de Alejandro Magno, para recibir el Premio Internacional Corona de Oro 2013, en el marco del Festival de Poesía de Struga; en ese lugar existe un bosque de árboles que han sembrado los propios vates ganadores.
“Termina cuando Orso, Cristina y José Emilio van a sembrar el árbol y él y Orso están bajo el árbol viendo un río que sale al mar.
Lo concluyo en tiempo presente”, afirma Laura Emilia con un dejo de tristeza y nostalgia ante la ausencia física del autor de Irás y no volverás.
“Él era un gran observador. Los animales le fascinaban, bueno, excepto los mosquitos. Sufría mucho cuando los animales padecían o se enfermaban o morían.
Por eso, mucho tiempo no quiso tener animales, hasta que llegó este gatito, Orso, que sí existió y él lo bautizó”, concluye.
Este libro hizo que la exdirectora de Publicaciones del Conaculta se reencontrara con la escritura.
“Tras este año que ha sido muy difícil, paralizante, desequilibrante, en el que he tenido que hacer una revaluación de todo.
Espero retomar varios cuentos que tengo pendiente terminar”, adelanta.