Cepal: urge a México recuperar esperanza

Desde la primera fila del Centro Cívico Eloy Alfaro de Guayaquil, Ecuador, Alicia Bárcena escuchó emocionada y aplaudió una y otra vez el discurso a favor de una América Latina más próspera y más igual.

Tan memorable e inspirador resultó el mensaje que transmitía el orador, que la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) tomó apuntes en una libreta que cargaba en esa ocasión.

“Es una inspiración”, reconoce mientras busca en su bolso el cuaderno donde tomó nota de las palabras del presidente uruguayo, José Mújica, quien apenas el pasado 4 de noviembre fue condecorado con la Orden Nacional al Mérito en grado de Gran Collar, en Ecuador.

Es cuando entonces la representante del organismo internacional reconoce que a México le urge recuperar un valor que ha perdido en medio de la violencia, el miedo y la criminalidad de algunas regiones: la esperanza.

“La esperanza es el valor más importante, y que tenemos que recuperar en México. La esperanza de creer que las cosas pueden cambiar, de que pueden mejorar, de que los derechos humanos son fundamentales”, asegura en entrevista con un Diario de Circulación nacional

Reconoce que el momento por el que atraviesa el país es muy delicado, sobre todo porque están en cuestión las instituciones, la política, la legitimidad del actuar público.

Comenta que para recobrar este valor es necesaria la participación de todos los sectores de la sociedad para construir una ciudadanía con esperanza e incluir sobre todo a los jóvenes, que se han convertido en uno de los grupos más vulnerables en medio de esta problemática.

Prosperidad es un concepto con el que sueñan muchos habitantes de América Latina, pero hoy, en medio de este contexto de desaceleración económica y luego de haber desaprovechado la bonanza de años atrás, ¿dónde estamos parados en materia social?

—Si al tema de la prosperidad le agregamos el calificativo compartida entonces nos queda claro que estamos muy lejos, porque este es el continente más desigual del mundo. Todavía existe una gran concentración del ingreso en pocas manos y, por lo tanto, para lograr esa prosperidad compartida necesitamos dinamizar la productividad, el crecimiento, pero también propiciar una mejor distribución del ingreso y eso se logra con políticas activas en el lado industrial, en lo económico, y con políticas redistributivas sociales que permitan una mayor inclusión social, así que, en ese sentido, todavía nos falta mucho.

Vi que estuvo presente en el homenaje que le hicieron al presidente uruguayo José Mújica. ¿Qué opina de su mensaje contra la desigualdad? ¿Cree que América Latina necesita más José Mújica?

—Definitivamente sí. José Mújica es una inspiración porque él proviene de un país que tiene como eje la igualdad, o sea, una nación que ha hecho de la igualdad un propósito de política pública y pienso que realmente en su vivir, en su persona, es uno de los líderes más consistentes, más consecuentes con sus ideas, pero sobre todo que nos trae mensajes muy potentes.

Por ejemplo, uno tiene que tener claro que entre la política y el dinero debe haber una división. Los que quieran ganar dinero que entonces se vayan al sector privado y hagan negocios y lo ganen, y los que quieran hacer política que hagan política.

Para mí ese es un mensaje muy potente de que cada uno tiene que decidir si quiere estar del lado de la iniciativa privada, o del lado público, para desde ahí tratar de instalar un bien colectivo y propiciar los bienes públicos y volverle a dar legitimidad a la política.

Y otro mensaje de José Mújica es el de la integración para crear una ciudadanía, en este caso una sudamericana, lo cual quiere decir que haya libre movimiento de personas, de bienes y de capitales, y esta es una aspiración que me parece extraordinariamente importante.

Se habla mucho de los avances que América Latina ha tenido en los últimos años en el combate a la pobreza y el aumento de su clase media, pero, ¿por qué si se han obtenido estos logros esta es la región más desigual en el mundo?

—Porque a la vez que vamos avanzando en sacar a la gente de la pobreza también es cierto que el decil más rico concentra más, es decir, en el fondo no es lo mismo pobreza que desigualdad. La pobreza significa poder sacar a la gente, sobre todo, de una línea de pobreza mínima, de tener acceso a los bienes básicos, alimentario y de vivienda, principalmente; pero, por otro lado, tenemos que la concentración del ingreso no termina, el consumo de los deciles más altos sigue existiendo, la segregación territorial, urbana y sobre todo la gran división entre lo público y lo privado como la educación, la salud, genera un poco de integración, inclusión y cohesión social.

Además, los rostros de la desigualdad van de la mano con la falta de igualdad de género, de etnia, con pueblos indígenas rezagados; entonces vemos que la pobreza tiene rostro de mujer y de pueblos indígenas, pero también tenemos otros rostros de desigualdad, porque la diferencia educativa entre el más rico y el más pobre es de siete años de estudio y esto conlleva el acceso a la tecnología y otros aspectos más.

Ahora que el panorama económico de la región no se vislumbra favorable y que se desaprovechó la bonanza económica de la década pasada, ¿cree que hay riesgo de perder el terreno que se ganó a la pobreza y de inclusión a la clase media?

—Hay riesgos, eso es cierto porque tenemos detectado que la gente que ha salido de la pobreza no ha salido de la vulnerabilidad social, así que esa población tiene el riesgo de regresar a esa condición. No se trata sólo de una pobreza de ingreso, sino del acceso a otros bienes. Por eso vemos bien que hay muchos países que no contemplan realizar ningún recorte al presupuesto social, que si bien no ha subido en años recientes, se mantiene estable, así que eso permitirá apoyar a muchas personas a no retroceder en un estatus inferior al que hoy se encuentra.

Pero ahora lo que debe hacer la región es aumentar sus ingresos ya sea por la vía de reforma tributaria o de mayor inversión con gasto tratando de apuntalar la inversión privada y enfocarse al mercado interno. Si la región logra esto creo que puede generar una resiliencia a este periodo de desaceleración. Hay razones para que América Latina se sienta más fuerte y una de ellas es que ha logrado el menor endeudamiento público de su historia, porque en promedio la deuda pública es de 30% como proporción del Producto Interno Bruto.

Además, tenemos reservas internacionales elevadas e importantes que dan una protección importante justo ahora con los embates cambiarios.

También hay varios países que han mantenido sus tasas de interés bajas, por lo tanto, con cierto espacio para propiciar inversiones, y creo que por esa vía la región puede ir resistiendo eso.

El gasto social, que en la región ha impactado más en la salida de la pobreza extrema, son las transferencias no contributivas, y el costo social de éstas representa sólo 0.4% del PIB y beneficia a 27 millones de personas.

Entonces, no es que estemos hablando de un gasto social extravagante, extraordinario, sino simplemente ese programa de transferencias, que en el caso de México es Prospera, hay que mantenerlos porque esos van al corazón de la pobreza extrema.

Hay otros temas que se tendrán que evaluar, como el acceso a la seguridad social y su rentabilidad en el mediano plazo o que se formalicen los trabajadores con derechos, pero sin duda a la larga eso es una buena noticia porque permite a las personas igualar para crecer, es decir, tener una sociedad inclusiva te da más sostenibilidad.

¿En este contexto cómo se ve México?

—En el caso de México este año tendrá un crecimiento de entre 2.1% y 2.2%. Creemos que mucho de lo que le pasa al país responde mucho de lo que suceda en Estados Unidos.

Pero donde vemos que hay más rezagos es en el tema social, en la desigualdad y en la pobreza, porque aunque se han hecho muchos esfuerzos importantes, las cifras son elevadas en todos estos rubros.

Ahora, con el programa Prospera, y algunos cambios que se han hecho, creemos que pueden ser muy positivos sobre todo porque hay incentivos para que las familias que forman parte de este se inserten en el mercado laboral, lo cual se extiende no sólo a las zonas rurales, sino también a las urbanas. Así que vemos, en el caso de Prospera, un programa importante

Otro avance importante es en materia fiscal. Creemos que en los ingresos tributarios México ha mejorado, que la reforma tiene un efecto positivo y, sobre todo, ahora en el contexto de una disminución de los ingresos petroleros. Además, el gasto público parece que ya comienza a ejercerse más aceleradamente y este sin duda es otro potente dinamizador de la economía.

Desde la Cepal, y usted como mexicana, ¿cómo ve el tema de la inseguridad, de estos acontecimientos sociales que han ocurrido en recientes fechas y que han ensombrecido esta buena expectativa que había en el país por las reformas estructurales? Usted ha hablado de la necesidad de hacer pactos donde se involucre el Estado, el mercado y la sociedad y, en ese sentido, ¿usted cree que es necesario un pacto para la justicia, la seguridad y el Estado de derecho?

—Definitivamente sí. Nosotros no estudiamos estos sectores de la seguridad porque nosotros nos enfocamos a la parte económica y social, pero como mexicana que soy sí pienso que hay que mirar esto que está pasando con mucho mayor profundidad.

Es un tema de unas dimensiones que nos tocan a todos, porque estamos hablando de jóvenes, de nuestras próximas generaciones. Estamos hablando de qué tenemos que hacer como sociedad y como mexicanos, estemos o no en el país, y de cómo contribuir para salir de este momento, que es muy delicado, y sobre todo porque están en cuestión las instituciones, la política, la legitimidad del actuar público.

Es un tema de cómo logramos retomar los valores nuevamente y yo diría que esta violencia que se ha infiltrado en todos los estamentos de la sociedad y que ha generado miedo debemos ver cómo la logramos vencer.

Entonces, aquí es volver a tener esperanza. Volviendo al tema de José Mujica, este tema es fundamental, porque el valor más importante y el que tenemos que recuperar es la esperanza de que las cosas pueden cambiar, pueden mejorar, de que el valor de los derechos humanos es fundamental

Pienso que desde el punto de vista de quienes estamos interesados de que al país le vaya bien tenemos que involucrarnos más. Por eso yo celebro que el país y el gobierno hayan adoptado estas 11 reformas, pero necesitamos a la sociedad y que todos participen porque si no se vuelve a convertir en una distancia y lo que se requiere es construir una ciudadanía con esperanza y que incluya a los jóvenes.