Viernes memorable, corte y policía

El pasado 5 fue un viernes para la memoria. Hay otros para el olvido. Y quizá éste haya tenido de los dos. Los infortunios para quien los sufre, los beneficios para quien los disfruta.
Tractores por las calles, ceses y esperanza para el futuro.
El cortejo en La Corte; el Barzón por las calles.
¿Cómo hacen estas organizaciones cuyas demandas siempre son por dinero y espacio, tener fondos para distraerse con manifestaciones motorizadas? ¿Cuánto les cuesta (a ellos o a sus patrocinadores) mover maquinaria agrícola, caballos y gente de todo el país para gritar su penuria?
¡Averígüelo Vargas o el CISEN, si esta fantasmal institución sirve para algo más allá de espiar la vida erótica de los actores políticos!
Pero en fin, vayamos primero a la Suprema Corte, la cual tiene en este momento diez ministros por la ausencia de Sergio Valls, el undécimo. El hueco va a ser llenado cuando el Presidente de la República proponga –sin plazo determinado—, una terna al Senado de la República, para decidir ahí cuál de los tres sustituye al difunto maestro
Todo se hace previo a un acuerdo. Como se hace la designación del presidente de la Corte, previo a un acuerdo entre los ministros. ?La ministra Olga Sánchez Cordero, como decana, convoca a una sesión y en ella los ministros, en este caso diez, votan por uno de los seis postulantes para ocupar la presidencia; se nombra a un escrutador y se cuentan los votos.
¡Eureka!
Pero en el viernes para la memoria, la fecha se queda fija para siempre, especialmente si alguien se apellida Rodríguez Almeida y se llama Jesús, porque casualmente en este viernes de nuevos tractores de El Barzón por el Paseo de la Reforma con su capacidad para enloquecer a la ciudad, (y por si fuera poco todavía hubo una volcadura en la carretera a Toluca), el jefe policiaco fue cesado.
Y ese día pues será recordado por muchas razones, pero también será fecha indeleble para el Presidente de la República, a quien de buenas a primeras le cae encima otro problema, -por si no tuviera suficientes relacionados con la seguridad pública-; ahora le viene algo parecido a lo de la Corte: debe designar al secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal.
Esa es su facultad, claro, él lo hará obviamente a partir de un acuerdo con Miguel Ángel Mancera. El Jefe de Gobierno le puede proponer a una persona o puede proponerle una terna; puede proponer a dos impresentables y a uno preferido con quien se va a entender, para rechazar en el juicio a los impresentables; como hizo Andrés Manuel López Obrador cuando metió a fuerza a Marcelo Ebrard, a quien Vicente Fox echó de la Secretaría de Seguridad Pública por no impedir el linchamiento de dos espías en Tláhuac, uno de los cuales fue quemado vivo. El perfil de Rodríguez Almeida pues queda para quien tenga interés en meterse en ese asunto, a mí no me interesa; lo que sí me interesa es la percepción general de cómo la policía había alcanzado un nivel con Manuel Mondragón y ese nivel se había degradado con Rodríguez Almeida. Había una actitud de los policías muy distinta en esta administración comparada con la anterior, dicen algunos, volvió “La Hermandad”; volvió “el entre”. No lo sé, no lo puedo probar, lo probable es la solicitud de renuncia de Rodríguez Almeida.
Y vienen otras. Esto es parte de un ajuste que está haciendo el Jefe de Gobierno después del susto, este es un ajuste post-cardiaco.
El problema ahora es hallar un sustitutito eficaz en medio de la penuria y el desprestigio. ¿A quién? ¿Civil, militar? ¿Policía?
Hoy la ciudad de México es el escenario más virulento de las protestas en este país”, no digo el más violento, lo llamo el más virulento por la frecuencia de las cosas, y porque éste es el gran escenario en el que todo mundo quiere lucir el músculo de su capacidad de oposición.
El último experimento que tuvo en la ciudad de México con jefes de policía militares, fue con Ramón Mota Sánchez y Enrique Salgado Cordero. A éste lo quitaron porque hizo demasiado bien su trabajo.
Y en la parte que él hizo muy bien alguien lo hizo muy mal, y mataron a cinco vendedores de la zona ésta, donde hay tantos robos, la colonia Buenos Aires; donde habían matado a un policía y entonces hubo una venganza y aparecieron encementados en unos tambos por allá en la carretera de Cuernavaca y el general fue quien pagó eso ocasionado por un grupo llamado Jaguares.
Después tuvimos hace mucho tiempo la experiencia de policías-policías, quienes llegaron al cargo solamente con una carrera policiaca detrás.
Arturo Durazo terminó en la cárcel, Santiago Tapia terminó en la cárcel.
Después tuvimos otros casos, civiles, civiles, personas dedicadas a la política, como por ejemplo Enrique Jackson; tuvimos abogados de prestigio, a los cuales corrieron por hacer demasiado bien su trabajo, como David Garay.
A David Garay lo corren porque había recibido una orden del Estado Mayor “que los manifestantes no pasen hasta Los Pinos”.
-¿Y cómo le hago?
– “Como sea, pero que no pasen” Y no pasaron, no pasaron. La macana cantó su sinfonía y el señor David Garay se fue a trabajar a otras cosas, y sus últimos cargos en materia de seguridad estuvieron en el Estado de México y después en la Secretaría de Gobernación.
—¿A quién podrá nombrar el Presidente de la República? ¿Sacará como un mago gente de la chistera?
Ya nombró a un comisionado de seguridad en lugar del propio Manuel Mondragón, quien duró poco más de un año y está ahí Monte Alejandro Rubido y, bueno, ha movido todo el organigrama en Michoacán, ahora en Guerrero, en el Estado de México, en Morelos.
Entonces el Presidente de la República, como si no tuviera suficientes problemas con los de la economía y el precio del petróleo y todas las cosas urgentes, ahora le cae este problema así nomás, de sopetón.
Debe decir a quién va a poner al frente de la seguridad pública de la ciudad más importante de México y la más grande del mundo, exactamente en los tiempos del cólera, o de la cólera para ser más exactos, la cólera acumulada con el pretexto de Ayotzinapa en algunos momentos y con el motivo de Ayotzinapa en otros.

Pero hoy en este viernes inolvidable, de excesos y prendas rasgadas, el Presidente tiene otro motivo para preocuparse por lo menos las próximas 48 horas.