Padres de normalistas desaparecidos llaman a contrarrestar la violencia del Estado

Adelantándose a los hechos, Rafael López, padre de uno de los 43 normalistas de Ayotzinapa secuestrados y desaparecidos en Iguala, así como la representación estudiantil advirtieron que los partidos políticos buscarían aprovecharse del drama humano que estremece al país, y convocaron a la unidad ciudadana para contrarrestar la violencia del Estado.
Tras expresar su rechazo a la convocatoria a la resignación y la paz, lanzada por el Presidente Peña Nieto hace unos días, quien anticipó de alguna manera el desenlace, los alumnos, padres de familia y egresados de la Escuela Normal Raúl Isidro Burgos, en San Luis Potosí, llamaron a la resistencia social para evitar la sucesión de conductas criminales desde las instituciones públicas supeditadas a los intereses de la oligarquía nacional e internacional y a la delincuencia organizada, como aseveró el profesor Carlos Rivera Acuña.
El docente de una escuela primaria en Salinas de Hidalgo, San Luis Potosí, como el resto de los integrantes de la Caravana 43 rostros, 43 nombres, que recorre los estados del Norte de México, presentían –resistiéndose— el desenlace que comienza a perfilarse con la identificación, por parte de los investigadores forenses argentinos, en restos óseos semicalcinados en el tiradero de Cocula, de Alexander Mora Vicencio, uno de los 43 normalistas desaparecidos.
Mientras que don Rafael López, Padre del normalista Julio César López Patolzin defendía su esperanza de encontrar a “sus hijos” (los 43 desaparecidos) con vida y contaba de sus anhelos, sueños y proyectos de futuro, en la Ciudad de México se conocía el hallazgo de los forenses argentinos.
Rafael López se describía como un profundo creyente, sostenido por la esperanza y comprometido con una búsqueda perseverante de los desaparecidos; pero también, con él, los integrantes de la caravana, cuestionaban el empeño de las jerarquías católicas por acabar con esa esperanza, llamándolos, como Peña, a la resignación, al cese de la búsqueda, a confiar en las autoridades. Calificaron esta postura como criminal, en tanto que busca destruir y matarles la esperanza y los conmina a una postración sin dignidad humana, como si sus hijos fueran objetos desechables.
Reprocharon que los partidos políticos (que ya se encuentran en campaña ) busquen, con sus discursos “de dientes para afuera”, aprovecharse de esta tragedia humana, fingiéndose solidarios, cuando forman parte del brutal aparato de Estado que los condujo a la desaparición forzada, a la privación ilegal de la libertad, a la tortura y… a la muerte.
Ante la violencia de Estado, en todas sus formas y dimensiones: económica, política, cultural, educativa, de derechos civiles y sociales, de derechos humanos y contra el derecho a la vida, convocaron a la unidad social, a la solidaridad y a la resistencia.
Así se van de la capital potosina, con la tristeza reflejada en los ojos que se bañan de lágrimas de dolor, de rabia e impotencia.