La circunstancia de Norberto Bobbio

Aunque se tiene registrada sólo una visita a México en 1963,
Norberto Bobbio ha desarrollado un magisterio a través de
estudiantes mexicanos en la escuela bobbiana de Turín. Y su ingreso al México se dio por la filosofía. En su visita a México tuvo de guía virgiliano a Alejandro Rossi, traductor al español de algunos de sus artículos. Vía estudiantes en su escuela en Turín, Bobbio se metió a fondo en el pensamiento político mexicano.
La inserción de Bobbio en el pensamiento político contemporáneo no fue fácil pero tampoco demasiado difícil: su tesis del socialismo democrático y liberal fue pensada en los setenta cuando el Partido Comunista Italiano de Enrico Berlinguer se había separado del control ideológico de Moscú y, junto con los partidos comunistas de España y Francia, había propuesto la categoría de eurocomunismo o, en palabras de George Marchais, el duro estalinista francés, un socialismo con los colores de los países y no de la Unión Soviética.
La línea del pensamiento de Bobbio viene del derecho y se insertó en la filosofía política: pasó, así, de los derechos a los comportamientos. Y la línea de la acción registró el viaje nada cómodo del socialismo marxista tradicional al socialismo democrático sin dictadura del proletariado. El eurocomunismo había más o menos sensibilizado las conciencias, aunque el mundo se enfrentaba a la línea dura del capitalismo guerrerista de Nixon y Kissinger y después de Reagan.
En 1970, inclusive, Berlinguer había lanzado la iniciativa de diálogo político de los comunistas con la democracia cristiana para sacar a Italia del hoyo de la parcialización electoral: la DC no ganaba la mayoría cómoda y el PCI tenía un tercio de los votos. Ante la debilidad de los gobiernos, el compromiso buscaba un gobierno conjunto DC-PCI que fue frustrado en 1978 por el secuestro del democristiano Aldo Moro justo el día en que se dirigía a firmar el pacto. Italia perdió la oportunidad de una modernización política vía un acuerdo entre derecha e izquierda. De 1978 a 1994 la calidad de la política a italiana se hundió en la falta de expectativas, los partidos desaparecieron y del caos nació ?el Berlusconi que dominó las vida política casi veinte años.
Bobbio tuvo un tránsito político marcado por la circunstancia: nació en el seno de una familia fascista mussoliniana y ahí se mantuvo hasta finales de los cuarenta, con una carta a Mussolini en 1935 recordando su militancia fascista para recuperar su puesto de profesor. Pero luego volvió al centro ideológico y político, se desembarazó de su pasado y entró de lleno al marxismo como pensamiento y no como acción. Así llegó a 1984 en que publico su primer corte de caja: El futuro de la democracia, adelantando el escenario inevitable de la confrontación entre marxismo y liberalismo.
Al comenzar los años setenta, la crisis económica del capitalismo alertaba sobre un colapso general, pero el socialismo parecía no tener la capacidad para llenar el hueco. La situación de pobreza y restricciones en la Unión Soviética alertaba el hecho de que el Estado no parecía capaz de administrar la economía ni generar los excedentes para repartir entre la población. Era un poco la producción capitalista de básicos pero también la incapacidad estatal para administrar los recursos. La inflación y sus efectos en las devaluaciones llevaron a la consolidación de la categoría económica del mercado.
Bobbio fue un adelantado en la percepción del corto plazo: el mercado no sólo iba a dominar las relaciones de producción y de consumo, sino también las relaciones sociales, políticas y de clase. Ahí fue donde Bobbio orientó su gran esfuerzo intelectual en sus tres temas principales: el papel de la democracia en el socialismo por el efecto negativo de los regímenes marxistas totalitarios (versión Hannah Arendt), el ideal del socialismo vis a vis la democracia representativa y el efecto de la economía en las relaciones sociales y políticas vía el endiosamiento del mercado ante un Estado ineficaz en cumplir su objetivo marxista del bienestar para la sociedad.
El triangulo bobbiano que dejó marcado el turinés casi como una paradoja o conjetura sigue latente a treinta años de la caída del Muro de Berlín y a diez años de la muerte del pensador italiano: democracia, socialismo y liberalismo, tres categorías que la historia del pensamiento político ha dominado de manera aislada y que podrían resolver muchas crisis y conflictos en la medida en que se reflexionen sus posibilidades de cohesión.
La ciencia política mexicana se ha nutrido de tres vertientes del pensamiento: los franceses vía Duverger, los italianos con Gramsci, Bobbio y Sartori y los sajones a través de la multitud de exponentes del conductismo. De Bobbio llegó el modelo del socialismo liberal y democrático, el papel de los intelectuales y el poder y la democracia no sólo como procedimiento y régimen (Castoriadis en 1996), sino sobre todo como filosofía política. Algunos de los alumnos y seguidores de Bobbio (José Fernández Santillán sin duda el más reconocido, pero ahora también Lorenzo Córdova en el Instituto Electoral) han podido colocar a Bobbio en el espacio de los debates.
Pero el pensamiento político mexicano ha carecido de capacidad de permeabilidad. La ciencia política mexicana, con su escasa independencia teórica del pensamiento histórico oficial, ha dejado pasar las oportunidades del debate. Yo accedí a Bobbio en 1988 por recomendación de Cesáreo Morales a través de la primera edición de El futuro de la democracia (1986). La circunstancia mexicana terminaba el ciclo de la Revolución Mexicana y sus referencias tímidamente marxistas y socialistas y comenzaba apenas el debate sobre el papel del mercado frente al fracaso del Estado.
Finales de los ochenta en México pareció ser el momento importante para debatir el futuro con los ojos de Bobbio —claro: también y sobre todo con sus ideas—, pero la izquierda mexicana se quedó atrapada en la reflexión mezclada de Lenin y Cárdenas frente a Nozik y Friedman. El resultado está a la vista: un PRD como única opción de izquierda dominado por el viejo estatismo capitalista y sin atender las posibilidades del mercado.
El décimo aniversario de la muerte de Bobbio es oportunidad para un corte de caja no sólo de la vida del turinés sino para recordar que dejó tareas en México que no han sido atendidas y que su reflexión mucho ayudaría a encontrar puertas de salida del colapso de sistema político.