Evocan a Henri de Toulouse-Lautrec y sus mujeres

A los 36 años de edad, cuando falleció, Henri de Toulouse-Lautrec había pintado 737 óleos y más de cinco mil dibujos, en su mayoría sobre la vida cotidiana del París de la “Bella Epoca”; producción que tardó en ser reconocida por romper con los cánones de la pintura, y, en cierta medida, adelantarse al arte moderno.
Más de un siglo después, los retratos y paisajes urbanos del artista francés (Albi, 1864-Saint-André-du-Bois, 1901) son catalogados como las más fieles crónicas visuales de París, sobre todo las prostitutas, bailarinas, artistas y políticos que frecuentaban lugares como el Moulin de la Galette, el Mirliton, Le Chat Noir, o el fa-moso Moulin Rouge, en el barrio de Montmartre.
Para recordar al pintor en el 150 aniversario de su natalicio, que se conmemora hoy, y reconocer su obra, museos como el de Arte Moderno de Nueva York, el Kunst Forum de Viena y el Musée Toulouse-Lautrec en Albi, París, exhiben parte de sus pinturas, grabados e ilustraciones.
En el MoMA, por ejemplo, se exhiben 100 piezas para dar cuenta del lenguaje vanguardista que Lautrec.
ofreció hacia finales del siglo XIX a través de carteles, grabados e ilustraciones para revistas y otras publicaciones. La muestra presenta al artista como un nexo entre los ambientes cultural y social.

“Su trabajo permite la entrada en muchas facetas de la vida parisina, desde la política hasta la cultura visual y el surgimiento de entretenimiento popular en forma de cabarets y cafés-conciertos”, señala la hoja de sala de la muestra que permanecerá en exhibición hasta enero de 2015, integrada por piezas de la colección de museo que conserva cerca de 200 obras del pintor.

En Viena se refieren a Lautrec como el padre del cartel moderno, con el que trazó un “reflejo vivo y moderno de la gran ciudad de París”. Con el título El camino hacia el modernismo, la muestra reúne obras como el original de La Goulue del Moulin Rouge, junto a una serie de diferentes ilustraciones que revelan las etapas de producción.

Mientras que el museo que lleva el nombre del creador y se ubica en el barrio donde estuvo su estudio hará un repaso de los intercambios artísticos e intelectuales en el círculo de pintores parisinos, entre 1880 y 1906, para revelar la contribución de éstos al desarrollo del barrio Montmartre como centro de vanguardia, y qué tanto influyó Lautrec en este contexto.

El recorrido contará con 70 obras de artistas catalanes destacados, como Miguel Utrillo, Ramón Casas, Santiago Rusiñol y Pablo Picasso, amigos cercanos de quien estuvo internado en un siquiátrico por “delirium tremens”. Incluso, en el círculo de amigos del pintor destaca Emile Bernard y a Vincent van Gogh, a quienes conoció en el taller de su maestro Ferdinand Cormon.

“Se le recuerda por ser un personaje que nació de una familia noble, enjundiosa pero con un defecto, una especie de enanismo en las piernas.

“Fue sometido a muchas curas creyendo que resolverían su problema, pero no sucedió y él se refugió en ese entorno parisino, en una época en la que la producción impresionista es extraordinariamente muy alta”, señaló Teresa del Conde, crítica e historiadora de arte.

Más allá de revelar una vida nocturna, la producción de Lautrec –en particular sus carteles y litografías– destaca por ser una puerta para la publicidad actual. Se trata de estampas rápidas que parecieran se anticiparon al periodo moderno del arte.

Resulta paradójico que Lautrec sea, tal vez, de los pintores en espera de reconocimiento: en vida, su obra no fue aceptada por el Salón de París, y sólo produjo un exposición en una galería. Sus piezas tampoco aparecen en la lista de las mejor vendidas, tan sólo en 1997 se vendió la acuarela La blanchisseuse (1887) en 14.5 millones de dólares. (Con información de agencias)