Persiste paradoja de la abundancia, lamenta Papa en la FAO

El Papa Francisco denunció hoy ante el pleno de la FAO que sigue vigente la «paradoja de la abundancia», según la cual existe comida para todos pero no todos pueden comer y persiste el hambre.
El pontífice visitó esta mañana la sede en Roma de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO), con motivo de la II Conferencia Internacional sobre Nutrición.
En su discurso indicó que mientras el hambre se extiende, «ante nuestros ojos» se consuma el derroche, el descarte, el consumo excesivo y el uso de alimentos para otros fines.
Lamentó que sobre la falta de alimentación se «esgrimen tantos sofismas» y se trata de un tema «susceptible de ser manipulado por los datos, las estadísticas, las exigencias de seguridad nacional, la corrupción o un reclamo lastimero a la crisis económica».
Poco antes de las 11:00 horas (10:00 GMT) , el líder católico llegó al edificio de la FAO, ubicado a unos metros del Colisero Roma, y antes de ingresar a la Sala Plenaria se reunió brevemente con la reina Leticia de España en la galería «Caribbean».
En su discurso pronunciado en español señaló que en la época actual relaciones entre las naciones están muy a menudo dañadas por la sospecha recíproca, que a veces se convierte en formas de agresión bélica y económica, rechazando o descartando al que ya está excluido.
«Duele constatar además que la lucha contra el hambre y la desnutrición se ve obstaculizada por la ‘prioridad del mercado’ y por la ‘preeminencia de la ganancia’, que han reducido los alimentos a una mercancía cualquiera, sujeta a especulación, incluso financiera», sostuvo.
«Y mientras se habla de nuevos derechos, el hambriento está ahí, en la esquina de la calle, y pide carta de ciudadanía, ser considerado en su condición, recibir una alimentación de base sana. Nos pide dignidad, no limosna», añadió.
Afirmó que las personas y los pueblos exigen que se ponga en práctica la justicia; no sólo la justicia legal, sino también una justicia que distribuya a todos los bienes de la tierra.
El Papa pidió que las reglas y las medidas técnicas aplicadas a nivel internacional partan primero de las personas que carecen del alimento diario y han dejado de pensar en la vida, en las relaciones familiares y sociales, y luchan sólo por la supervivencia.
Criticó la falta de solidaridad, en sociedades actuales que se caracterizan por un creciente individualismo y por la división; lo cual termina privando a los más débiles de una vida digna y provocando revueltas contra las instituciones.
Estableció que la falta la solidaridad en un país resiente a todo el mundo, porque la solidaridad es la actitud que hace a las personas capaces de salir al encuentro del otro y fundar sus relaciones mutuas en ese sentimiento de hermandad que va más allá de las diferencias y los límites».
«Si se cree en el principio de la unidad de la familia humana, fundado en la paternidad de Dios Creador, y en la hermandad de los seres humanos, ninguna forma de presión política o económica que se sirva de la disponibilidad de alimentos puede ser aceptable», precisó.
«Pero, por encima de todo, ningún sistema de discriminación, de hecho o de derecho, vinculado a la capacidad de acceso al mercado de los alimentos, debe ser tomado como modelo de las actuaciones internacionales que se proponen eliminar el hambre», ponderó.