Vigilan con drones a manifestantes potosinos por crímenes en Iguala

El seguimiento y vigilancia policíaca de las marchas de solidaridad con los estudiantes de la Escuela Normal Raúl Isidro Burgos, introdujo el uso de moderna tecnología, al utilizarse por primera vez en San Luis Potosí un dron: un artefacto volador a control remoto, equipado con cámaras de video.

Dos columnas, que confluyeron en el Jardín Principal de la Plaza del Barrio de Tequis, arribaron a la Plaza de Armas, pasadas las 17:30 horas. La primera de ellas partió del Asta Bandera de la avenida Salvador Nava, desde la zona Poniente de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí; la segunda se congregó en Tequis.

Más de un millar de estudiantes, integrantes de distintas asociaciones civiles y colectivos sociales, marcharon hacia la Plaza de Armas, donde el colectivo Artístico preparaba un performance para ilustrar la emboscada tendida por la policía de Iguala y delincuentes del cartel de Guerreros Unidos, quienes asesinaron a seis personas: tres estudiantes, un deportista y dos transeúntes, para secuestrar a 43 normalistas el 26 y 27 de septiembre.

Las columnas insurgentes marcharon llamado a los potosinos a unir sus voces a la demanda de justicia para los estudiantes normalistas y para sus familiares; llamado que se repitió una y otra vez.

A lo largo de la marcha se realizaron ceremonias étnicas de desagravio, entre el sonido de los tambores y las caracolas, entre el humo del copal y el chasquido de los cascabeles de los danzantes.
Se escucharon cánticos burlescos dirigidos a Enrique Peña Nieto: “Peña, ¿dónde estás, dónde estás? ¡Chíflale a tu máuser donde estés!”

Solidarios con la tragedia de los jóvenes estudiantes campesinos e indígenas, demandaron sacudir al país para quitarle de las espaldas a los políticos parásitos, para poner un freno a la corrupción y a la impunidad, para recobrar el estado de derecho y la dignidad nacional.

Las consignas atronaron en el aire límpido de San Luis: ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos! Fue el principal reclamo. Luego se escuchó la voz colectiva, el coro, contando del 1 al 43, para concluir con un reclamo unánime: ¡Justicia, justicia, justicia! ¡Somos uno, somos 10, somos los 43!

Los carteles y las mantas daban cuenta de la profundidad del agravio y entre el ondear de las Estado! Acompañaron a los estudiantes personajes históricos como don Eduardo Bretón; ahí, con ellos estaban también los egresados de la Escuela Normal, los maestros de la CNTE e, incluso el profesor José Escobedo Coronado.

La marcha de la indignación llamaba a la comunidad al despertar de conciencias. Arriba el dron de la policía capturaba sus imágenes, sus voces, leía sus mantas y carteles. Comenzaba a oscuerecer cuando arribaron a la Plaza de Armas, donde las displicentes autoridades municipales mantuvieron una carpa del CinemaFest.

Frente al Palacio Municipal abandonado, se montó un altar con 43 veladoras. Los rostros de los desaparecidos y los reclamos en mantas y carteles. Frente a la catedral, un grupo de teatro recreo las escenas de la masacre del 26 y 27 de septiembre…

Los potosinos solidarizados con la tragedia de los estudiantes y el dolor de sus padres, recordaron otras violaciones desde el estado a los derechos humanos: Tlatelolco 68, Jueves de Corpus en 1972, Acteal, Aguas Blancas, el asesinato de estudiantes del Tec de Monterrey, los niños de la Guardería ABC, entre otros, y el levantamiento indígena zapatista de 1991.

–¡Ayotzi, aguanta, el pueblo se levanta…! ¡No están solos, no están solos!
Clamaron las voces de los jóvenes solidarios.

Los manifestantes proyectaron videos de las masacres estudiantiles en la pared frontal del Palacio Municipal abandonado por el gobierno.