¿Que renuncien todos?

La crisis que vive el Partido de la Revolución Democrática se agudizó con el caso Iguala,
pero ésta viene de muchos años atrás. Y desde entonces un hecho es innegable y ahora impostergable: la refundación del PRD. Sin embargo, la pregunta que surge es: ¿con la renuncia de la actual dirigencia, en verdad se podrán revertir todos los males que aquejan al todavía considerado como el principal partido de izquierda en México? ¿La solución es que renuncien todos?
Sin duda, son de considerar las observaciones que hace el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, en su carta pública, sobre la crisis que vive el PRD, producto de “años de desviaciones y claudicaciones” que lo han llevado a una “grave situación de postración y agotamiento”, generada por: pérdida de ideales, presencia, credibilidad y de autoridad moral; escándalos de corrupción; tolerancia hacia prácticas inaceptables; forma de hacer política sujeta a los intereses de turno (con una línea política de contradicciones y no respeto a los principios estatutarios); rentabilidad electoral; imposición de prácticas sectarias y clientelares; decisiones equivocadas; omisiones evidentes, entre otras.
Las diferencias, contradicciones y errores que se viven al interior del PRD, la profunda crisis que atraviesa este instituto político es —les guste o no reconocerlo— responsabilidad de todos, por acción u omisión.
Si bien Cárdenas tiene razón en muchas de sus aseveraciones y cuestionamientos, cabría preguntarle al líder moral del PRD por qué hasta ahora hace pública su postura. En 2009, año en que asistí al último Congreso Nacional del PRD, propuse la revisión y modificación de los estatutos y de la línea política del partido con miras a una refundación que, en ese entonces, sugerí ya como necesaria. Desafortunadamente, las prioridades del sol azteca estaban puestas en el proceso electoral de 2012.
Desde antes del 2006, el PRD parecía olvidarse de los principios y valores de la izquierda mexicana institucional, en afán de seguir las directrices de un líder carismático; solo porque ese liderazgo le daba al PRD la “posibilidad” de ganar la máxima representación democrática de nuestro país: la presidencia de la República.
Hoy el ex jefe de gobierno del Distrito Federal y líder moral del PRD demanda la renuncia de la dirigencia para ir a una reforma profunda del instituto político. La ruta que propone tras la renuncia de la dirigencia es: instalar una dirección provisional que ponga en marca los trabajos ideológicos y programáticos al tiempo que inicie la elaboración de los nuevos estatutos; reconstruir los órganos directivos y la relación entre instancias nacionales, estatales y municipales; replantear su relación con la militancia y la sociedad; superar la crisis y reposicionarse como opción real ante la coyuntura política que vive el país.
Lamentablemente para el principal partido de izquierda en México, la propuesta de Cárdenas no vislumbra un cambio verdadero, para como está la situación y la lucha entre las principales corrientes perredista, dicha propuesta parecería contribuir al mantenimiento del statu quo en el PRD. Cambiar para que todo siga igual.
No se puede caer en la falacia que lo mejor para el PRD es que renuncien todos. Con la renuncia de la actual dirigencia la situación se complicaría más, habría división, desestabilización, confrontación. Además, es poco probable que éstas se den, Nueva Izquierda y Alternativa Democrática Nacional tienen el 60 % de los consejeros nacionales.
La renuncia de la dirigencia no es la vía porque desafortunadamente no va a llegar gente nueva al PRD, no va a haber una reconversión de perredistas, seguirán los mismos. La solución a los problemas del PRD no es que renuncien todos, pero dudamos que les alcance con un borrón y cuenta nueva.