“¡Basta ya!”, demanda de jerarcas de la Iglesia

“¡Basta ya! ¡No queremos más sangre, no queremos más muertes, no queremos más desaparecidos!”, demandaron los jerarcas católicos mexicanos a través de la Conferencia del Episcopado nacional, voz y exigencia a la que se sumó la arquidiócesis de San Luis Potosí, encabezada por Jesús Carlos Cabrero Romero y en voz del canciller Fernando Ovalle.

 

La Iglesia Católica mexicana dijo que en medio de la violencia que cobra vidas, causa dolor, incertidumbre y miedo, se advierte, en las voces y reclamos de la sociedad que se alzan contra el crimen, el autoritarismo y la corrupción, se advierte un despertar real de la sociedad civil, en un punto especialmente crítico en donde “se está jugando la auténtica democracia”.

 

La arquidiócesis de San Luis Potosí se sumó a la expresión de dolor exteriorizada por la Conferencia del Episcopado Mexicano con relación a la resultante de la violencia que desprenden en México casos como los registrados en Iguala, Guerrero y Tlatlaya, Estado de México “que se suman a las miles de víctimas anónimas en diversas regiones de nuestro país”.

 

El Canciller diocesano Fernando Ovalle González dio a conocer la voz de los obispos de México a ese respecto y también exteriorizó el dolor que le ocasiona a la diócesis el conocimiento de un accidente letal que cobrara la vida de varios integrantes de la organización de los Boy Scouts.

 

Ovalle González dio lectura al comunicado de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), que inicia con una voz que reclama frenar a la expresión de muerte y de violencia, que enlutece, llena de dolor y de vergüenza al pueblo de México, en referencia a los acontecimientos registrados en Iguala, Guerrero; y, en Tlatlaya, Estado de México.

 

El documento del Episcopado Mexicano señala textualmente: “Los obispos de México decimos: ¡Basta ya! No queremos más sangre. No queremos más muertes. No queremos más desaparecidos. No queremos más dolor ni más vergüenza…”.

De esta manera los jerarcas católicos mexicanos se unen y solidarizan “con la pena y el sufrimiento de las familias cuyos hijos están muertos o están desaparecidos en Iguala, el Tlatlaya (…)  Nos unimos al clamor generalizado por un México en que la verdad y la justicia provoquen una profunda transformación del orden institucional, judicial y político, que asegure que jamás hechos como estos vuelvan a repetirse”, subrayaron los obispos en su planteamiento.

 

Recordaron que cuatro años atrás, en su exhortación pastoral, advertían ya “sobre el efecto destructor de la violencia, que daña las relaciones humanas, genera desconfianza, lastima a las personas, las envenena con el resentimiento, el miedo, la angustia y el deseo de venganza; afecta la economía, la calidad de nuestra democracia y altera la paz”.

 

Entre 2010 y 2014, lamentablemente la situación no ha mejorado en México, sino que por lo contrario, “ha empeorado, desatando una verdadera crisis nacional. Muchas personas viven sometidas por el miedo, la desconfianza al encontrarse indefensas ante la amenaza de grupos criminales y, en algunos casos, la lamentable corrupción de las autoridades”.

 

“Queda al descubierto una situación dolorosa que nos preocupa y que tiene que ser atendida por todos los mexicanos, cada uno desde su propio lugar y en su propia comunidad”, agregan y convocan a la sociedad en general y a todos y cada uno de los ciudadanos a participar en la reconstrucción del país, de sus instituciones, sistemas y formas de convivencia, en el marco del respeto a la ley, del respeto irrestricto de la dignidad de las personas y mediante un fortalecimiento de la fe.

 

Aseveran que, no obstante “en medio de esta crisis vemos con esperanza el despertar de la sociedad civil que, como nunca antes en los últimos años, se ha manifestado contra la corrupción, la impunidad y la complicidad de algunas autoridades. Creemos que es necesario pasar de las protestas a las propuestas.

 

“Que nadie esté como buitre esperando los despojos del país para quedar satisfecho. La vía pacífica, que privilegia el diálogo y los acuerdos transparentes, sin intereses ocultos, es la que asegura la participación de todos para edificar un país para todos”, señalan.

 

“Estamos en un momento crítico. Nos jugamos una autentica democracia que garantice el fortalecimiento de las instituciones, el respeto de las leyes, y la educación, el trabajo y la seguridad de las nuevas generaciones, a las que no debemos negarles un futuro digno”, apuntan los jerarcas católicos mexicanos.