¿Quién paga los platos rotos?

En un afán de transparencia, el presidente de la República, Enrique Peña Nieto dio la orden de cancelar el contrato para la construcción del tren de la alta velocidad México-Querétaro con la empresa china Raiway Construcction Corporation Limited.
Lo que la casa presidencial y la misma Secretaría de Comunicaciones y Transportes comandada por Gerardo Ruiz Esparza no señalan, es que además de la transparencia anotada; a la empresa china en cuestión se le vincula con la casa privada del presidente Peña Nieto –aún cuando se informe que es propiedad de la señora Angélica Rivera con quien contrajo nupcias en régimen de separación de bienes.
El hecho es que Reiway Construcción Corporation Limited es la compañía a la que está registrada la casa que se advierte desde Presidencia es de la esposa del presidente de México, la cual tiene un costo de 86 millones de pesos y que por cierto se sigue pagando –¿a cuánto ascenderán las mensualidades de ese préstamo o crédito?
El asunto debía ser más sencillo de lo que se muestra. Si no hay corrupción para declarar una compañía ganadora en un contrato multimillonario en el que participaron 17 compañías, adelante.
Más si la empresa a la que se le revoca el contrato es de origen de un país al que se viajaría para precisamente consolidar ligas económicas. Y si abonar a la transparencia nos costará a los mexicanos el pago de los platos rotos, pues aún más.
¿Qué culpa tienen los millones de mexicanos pagadores de impuestos unos y otros más, incluso no causantes; de que parte del presupuesto nacional aunque sea en mínimo porcentaje tenga que destinarse para limpiar la honradez de la familia presidencial?
Nadie me preguntó, pero no estoy de acuerdo.
De por sí es doloroso sentirse perseguido –cual delincuente– por el área de recaudación nacional en torno al pago puntual de impuestos, que nos dicen será para inversiones en áreas torales del desarrollo e infraestructura del país como para ahora saber que un asunto que deja tufos de tráfico de influencias para asignar un contrato de casi 60 mil millones de pesos, nos costará una indemnización monetaria.
Este es el cuento de nunca acabar. El pueblo gana poco, paga y paga impuestos al órgano de recaudación o por otras múltiples vías, y al final siempre, pero siempre paga los platos rotos de toda la colusión y de las corruptelas ya criminales. ¿Qué tal Ficrea?
Acta Divina… La Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC) avaló la cancelación de la licitación del Tren de Alta Velocidad México-Querétaro, pues considera que esa decisión abona a la transparencia.
Para advertir… Estemos tranquilos, ya luego nos pasan la factura. Sin que nos demos cuenta, claro.