¿Hamilton o Rosberg para ganar el Mundial de F1?, te damos todos los detalles

Dice Lewis Hamilton que la experiencia debería contar de cara a la última carrera del campeonato. Y sí, debería. Porque el británico ya sabe lo que es ganar un título de campeón en la última carrera. Aunque también sabe lo que es perderlo.

Rosberg, por el contrario, jamás se ha visto en una situación como la que tendrá que afrontar la próxima semana. Eso sí, eso de correr con presión no es algo que se le dé del todo bien al piloto británico. Sólo hay que recordar las carreras de Interlagos 2007, en la que cedió el campeonato a Kimi Raikkonen; e Interlagos 2008, en la que también estuvo a punto de tirar por la borda otra oportunidad que acabó aprovechando in extremis, pero con más suspense de lo esperado.

Hamilton era el líder del campeonato de 2007 cuando la temporada llegaba a su fin. Ganó en Japón en la penúltima prueba puntuable, pero su abandono en el Gran Premio de China metió en la pelea a sus dos grandes rivales, Kimi Raikkonen y su por entonces compañero -y encarnizado enemigo- Fernando Alonso.

El circuito Jose Carlos Pace decidiría el nombre del nuevo campeón del mundo. Y Hamilton, que llegaba con siete puntos de ventaja sobre Raikkonen, y cuatro sobre Alonso, falló. Dominó Ferrari. Y el por entonces piloto de McLaren no pudo pasar de la séptima plaza pese a que le valía con ser quinto. Salió mal, perdió su batalla en pista con Fernando Alonso e incluso sufrió algunos problemas mecánicos que minimizaron su rendimiento.

Ferrari, aunque suene extraño estos días, lo hizo de cine. Raikkonen se disparó en cabeza, con Massa de escudero. Alonso, que necesitaba el segundo puesto para ser campeón, acabó a casi un minuto de los dos bólidos rojos. Hamilton acabó hundido por detrás de los BMW de Kubica y Heidfeld.

Un año después, la historia cambio de signo, aunque estuvo muy cerca de repetirse. Hamilton, tras vencer en China, tenía el título casi en el bolsillo. Aventajaba a su gran rival, Felipe Massa, en siete puntos. El paulista, como el año anterior, se hacía con la pole en Interlagos, con el inglés cuarto.

Las dudas y los fantasmas de 2007 volvían a instalarse en la cabeza de Hamilton. Para colmo, las condiciones complicaron mucho la vida al piloto de McLaren. Se corrió sobre pista mojada de inicio y, acto seguido, sobre pista seca. Hamilton decidió no arriesgar -quizá por eso apueste ahora por un enfoque más agresivo-.

El británico, sabedor que le valía la quinta plaza, se mantuvo ahí durante gran parte de la carrera. Incluso se aseguraba el título con el salto a la cuarta plaza tras superar a un joven piloto, por entonces en Toro Rosso, llamado Sebastian Vettel.

Massa, por su parte, cumplía con su cometido y se marchaba en cabeza. Pero la lluvia volvía a aparecer y con ella el caos.

Muchos pilotos pasaron por boxes para cambiar sus neumáticos. Kubica y Vettel superaron a un nervioso Hamilton, que cayó a la sexta plaza. El Mundial estaba en manos de Massa, que era campeón cuando cruzó la línea de meta.

Sin embargo, Hamilton obró en esta ocasión el milagro, superó a Timo Glock en los metros finales -el alemán no cambió de gomas cuando empezó a llover- y selló una quinta plaza in extremis que le valía para ser campeón del mundo. Lo hizo con suspense, aunque demostró que las situaciones de tensión no son su fuerte.