Hipotensión ortostática; mareo al ponerse de pie

Común en ancianos, personas que toman medicamentos para enfermedades circulatorias o se alimentan deficiente-mente, representa un riesgo si tomamos en cuenta que puede ocasionar desmayo, caídas y malestar general que impide la realización de actividades.
HipotensiOn ortostAtica
Al hablar sobre alteraciones en la presión sanguínea es frecuente pensar en los casos en que ésta se eleva (hipertensión) al practicar deporte, sentir nerviosismo, vivir una situación estresante o como un problema circulatorio permanente (crónico) que se presenta en algunas personas. Empero, la tensión que ejerce la sangre sobre venas y arterias también puede bajar de sus niveles normales, por ejemplo, cuando alguien que estaba acostado se sienta o se pone de pie, generando desvanecimiento.
Dicha condición es llamada por los especialistas hipotensión ortostática o postural, y se debe a que la falta de fuerza en el bombeo de la sangre impide que ésta llegue adecuadamente al cerebro y le suministre oxígeno y nutrientes. Aunque en la mayoría de los casos se trata de un problema transitorio, debe ser evaluado a la brevedad por el médico familiar o geriatra para determinar su origen y evitar que estos episodios continúen, ya que pueden generar accidentes severos o ser indicio de una enfermedad grave.
Falla en la autorregulación
La presión sanguínea no es más que la fuerza que ejerce la sangre sobre las paredes internas de arterias y venas. Para evaluar su estado se recurre a dos números, divididos por una diagonal, que se miden en milímetros de mercurio (mmHg) y que representan, por orden, a la tensión máxima o sistólica, que se genera cuando el corazón late, y la mínima o diastólica, que ocurre durante las pausas que hay entre las contracciones cardiacas.
Las cifras de presión normal permiten que la sangre circule en forma adecuada y, en concordancia con la mayoría de los criterios médicos, corresponden a 120/80 mmHg en adultos. En contraparte, se considera que la hipotensión ocurre cuando desciende a 110/75 mmHg o menos, aunque por lo general se requieren números un poco más bajos para que se generen síntomas.
El caso particular de la hipotensión postural responde a un fenómeno bien estudiado y conocido. Cuando una persona en reposo se sienta o levanta con brusquedad, la fuerza de gravedad hace que buena parte de su sangre viaje hacia sus piernas, brazos y tronco, de modo que la cantidad de fluido que puede bombear su corazón se reduce, descendiendo su presión arterial.
En condiciones normales, el organismo cuenta con recursos que evitan este problema; por ejemplo, el corazón late más rápido, las contracciones son más potentes y las arterias se contraen para que el espacio por el que circula la sangre sea menor y se genere mayor tensión. En cambio, cuando estas reacciones fallan o son muy lentas, se produce hipotensión ortostática.
Las personas con este problema experimentan, en su gran mayoría, desmayos, leve mareo, confusión o visión borrosa cuando se ponen de pie rápidamente o entran en actividad tras mantenerse inactivos en períodos prolongados; asimismo, se sabe que el cansancio, ejercicio, consumo de alcohol o una comida abundante pueden acentuar estos síntomas. En caso de que la reducción del flujo sanguíneo al cerebro sea muy pronunciada, puede provocarse desmayo (síncope o pérdida de conocimiento) e incluso convulsiones (sacudidas fuertes e involuntarias).
Hay distintas causas que dan origen a este problema, siendo las principales:
Vejez. Se sabe que hay personas que su sistema nervioso autónomo, que es el encargado de coordinar reacciones involuntarias como evitar la caída de la presión arterial al ponerse de pie, sufre atrofia con el paso del tiempo y deja de actuar con la misma rapidez que antes.
Consumo de fármacos. Medicamentos que se administran para erradicar problemas como hipertensión y depresión pueden afectar las reacciones habituales del organismo, generando hipotensión.
Deshidratación. La baja cantidad de agua en el organismo orilla a que la sangre tenga un volumen menor y, por tanto, genere presión más débil sobre venas y arterias. Las causas de este problema pueden ser diarrea, vómito, sudoración excesiva, exposición prolongada al Sol (golpe de calor) y abuso en el consumo de diuréticos (medicamentos que favorecen la expulsión de orina).
Desnutrición. La falta de una alimentación adecuada ocasiona que la sangre sea pobre en nutrientes, a la vez que afecta a las redes neuronales encargadas de mantener la presión sanguínea estable.
Bebidas alcohólicas. Su consumo prolongado altera o inhibe el funcionamiento general del sistema nervioso.
Diabetes. El exceso de azúcar en sangre que caracteriza a esta enfermedad ocasiona neuropatía, es decir, puede atrofiar a las terminaciones nerviosas encargadas de controlar la presión sanguínea.
Enfermedad de Addison. Es una deficiencia en el funcionamiento de las glándulas suprarrenales (localizadas sobre los riñones) que altera el proceso circulatorio.
Lesiones en la médula espinal. Accidentes, golpes y caídas llegan a lastimar a los nervios, impidiendo la regulación de la tensión arterial.
Enfermedades cardiacas. Quienes tienen problemas como taquicardia (palpitaciones irregulares del corazón).