Irvine Welsh, en busca de la oscuridad

No soy una persona oscura, pero me gusta
indagar en la oscuridad de los otros”, dice Irvine Welsh en entrevista con Excélsior durante su breve paso por Oaxaca, durante la 34 Feria Internacional del Libro (FILO), para presentar la versión en español de su más reciente libro Skagboys, precuela de su afamada novela Trainspotting, protagonizada por Renton, Spud Murphy, Sick Boy y Begbie.
“Y me ha interesado esa oscuridad no porque sea una forma de vida, ni porque sea experto, sino porque la ausencia de la luz siempre me atrae.”
Sin embargo, el narrador escocés aclara que su literatura no tiene un tema específico sino que escribe de una manera impulsiva. Luego hace una pausa y reconoce que el efecto Oaxaca (beber mezcal) lo tomó por asalto la noche anterior y eso aún lo hace sentir un poco raro.
“Yo comienzo a escribir de manera impulsiva, porque a final de cuentas todos estamos un poco envueltos en la literatura, pero lo que hoy tenemos que hacer es avanzar, seguir adelante y seguir escribiendo.”
Luego cuenta que hace poco conoció a una mujer que le pareció interesante, porque su vida corresponde a ese mundo oscuro que una y otra vez lo atrae.
“Hace un tiempo conocí a una mujer que estaba en un mundo oscuro. De inmediato me interesó conocerla para tratar de encontrar lo que había en esa persona más allá de una cuestión moral”, recuerda mientras tararea Black Dog, de Led Zepellin. “¡Lo siento! Es el efecto Oaxaca”, repite.
Pero bajo esa circunstancia lo único que hace es observar hasta la reiteración. “Lo que hago es observar y observar como un ejercicio natural. Eso es lo único que me gusta, porque yo jamás juzgo, sólo lo veo y lo retrato.
“Cuando escribo un libro sólo pienso en disfrutarlo, porque escribir toma muchísimo tiempo de tu vida, así que es mejor disfrutarlo para que cuando lo veas no pienses en el sufrimiento sino en el disfrute.”
Por esa razón, asegura que no le gusta tomarse mucho tiempo con cada libro, “porque como la mayoría de mis personajes son oscuros y yo no soy una persona oscura… no me gusta salir mucho tiempo con estos chavos de mis novelas”, bromea mientras bebe una cerveza clara.
Irvine Welsh es un escritor escocés y también ha publicado los libros de relatos Acid house, Éxtasis: tres relatos de amor químico y Si te gustó la escuela, te encantará el trabajo”, así como las novelas Pesadillas del Marabú, Escoria, Porno y Secretos de alcoba de los grandes chefs.
Ahora Welsh quiere hablar sobre Skagboys, su más reciente novela traducida al español. “Con esta novela sólo quise escribir una historia ambientada en la década de los años 80, cuando hubo un gran cambio social, en que estábamos gobernados por el presidente Reagan (de EU) y surgió la globalización.
“La década de los 80 fue bastante importante, porque en ese momento los jóvenes se percataron del mundo que vivían y decidieron que lo mejor era pasar un buen momento. Por eso me interesa esta época”, comenta.
De forma inevitable, habla sobre el consumo de drogas y la relación de los jóvenes de sus historias con todo tipo de sustancias que se usan como una forma de acceder a la felicidad.
“Consumir drogas en algún momento fue como la alegría de vivir y en ese momento era una celebración para nosotros. Pero ahora los jóvenes consumen drogas, sobre todo la clase trabajadora, y genera violencia e inestabilidad social. Eso es algo distinto, aunque tampoco me interesa pintar de rosa mi relación con las drogas.”
Al borde de la muerte
¿Es la novela una crítica al sistema político del país?, se le cuestiona. “Bueno, hubo unas cosas horribles en esos años, cuando los jóvenes sentíamos que era como sentirnos acabados y yo siento que todo lo que era horrible en los 80 sigue siendo horrible y que sigan pasando esas cosas como intervenciones y guerras.
“Skagboys es una novela que me tomó por sorpresa y es una de las novelas que más he disfrutado. Sí que tiene un lugar importante en mi corazón. La génesis del libro fue que en algún momento me di cuenta de que me iba a morir, pero quería escribir algo de mi experiencia en esa época.”
Pero como Welsh ya había publicado Trainspotting, quería explorar un nuevo ángulo de los años 80 en Gran Bretaña. “Éste es un libro muy extenso y, aunque no soy la mejor persona para decirlo, aquí lo que vas a encontrar son ese tipo de historias con personajes oscuros, más sexo, drogas y música. ¡Pero no mezcal!”.
Lo cierto es que este libro es una forma de conectar las diferentes personas de ciudades como San Francisco, Londres y muchos otros lugares… donde se comportan de la misma forma y eso es una especie de juego de la memoria que va más allá de las fronteras.
En algún momento, Welsh se parece a sus personajes (o al revés), pero nunca se sabe qué tanto está uno en los libros. “Yo puedo decir que soy Renton —personaje principal—, que habla sobre mí, pero nunca lo sé con certeza. Ahora escribo un nuevo libro sobre una mujer de Miami”, mientras termina de comer un poco de mole negro junto a la alberca del Hotel de la Parra.

Por último, el autor habla sobre sus lecturas y afirma que prefiere leer una mezcla literaria: “Quizá ir a una gran librería y elegir un par de títulos que no sean muy publicitados o que pasen desapercibidos”.

EL DOLOR UNIFICADOR
El escritor Juan Villoro (1956) reconoció que México se ha unido en la indignación y, ante el clamor emocional, se pide un cambio en el sistema político. “Tenemos, por así decirlo, una especie de república de los sentimientos que se ha unido en el dolor y la empatía”, lo cual a nivel emocional es muy difícil pensar, porque no hay una unanimidad entre los mexicanos.

Ahora surge el cuestionamiento central: ¿qué hacer con todo este dolor, con esta emoción para cambiar el país? Y consideró que los mexicanos debemos cambiar nuestra relación con la justicia y el Estado: “Primero tenemos que cambiar nuestra relación con la justicia y el Estado, refundar el Estado aunque parezca difícil, porque es una obligación ciudadana que tenemos que lograr”, expresó durante la conferencia de prensa para hablar de su libro Apocalipsis (todo incluido), en la 34 Feria Internacional del Libro de Oaxaca (FILO), donde compila relatos de los últimos años, a partir de la euforia que causó el fin del mundo.

Para cambiar este país tenemos que pasar por la política, dijo. “Así que tendremos que buscar nuevas formas de participación política y encontrar nuevos rumbos. Yo creo que hay que ciudadanizar la política y tendríamos que encontrar formas de participación directa no representativa, porque hoy somos poderosos el día de las votaciones y luego los políticos hacen lo quieren con nuestro voto”.

Desafortunadamente hoy no es posible creer en los partidos ni en los políticos que nos gobiernan, expresó el autor de novelas como El disparo de Argón y El testigo.

Y recordó que esta unidad a partir de los 43 normalistas desaparecidos en
Ayotzinapa, Guerreo, tuvo antecedentes como las caravanas y el movimiento por la paz con justicia y dignidad encabezados por Javier Sicilia en 2011, el “Yo soy 132” y los movimientos estudiantiles que se están fraguando en distintos lados, tales como el IPN.

Ahora vuelve la misma pregunta: “¿A dónde conduce esto? No lo sabemos. Pero ojalá conduzca a una renovación ciudadana en el país”, expresó Villoro.