Si tiene que pagar, que pague: Papá de Noemí Berumen

Los Berumen Rodríguez fueron despertados a las 2:30 de la madrugada del martes, con unos leves golpes en la puerta principal de su hogar.
“Policía Federal, ¿podemos entrar? ¿Están vestidos?”, gritó un oficial. Salvador Berumen, dueño de la empresa Grúas Berumen y patriarca de la familia, estaba en pijama, le dieron tiempo de ponerse ropa. “Identifíquense”, pidió Salvador. “¿Qué se les ofrece?”
“Necesitamos revisar el domicilio, hay la sospecha de que podrían tener gente secuestrada o armas de fuego”, replicó el oficial. “No, no tenemos nada. Pero revisen”, respondió Salvador Berumen, quien padece diabetes y males cardiacos.
En ese momento estaban además la mamá y sus hijos Elvia, Gabriela y el menor, que lleva el nombre de su padre, ‘Chava chico’.
Los oficiales, armados, solicitaron a todos los miembros de la familia que les guiaran por los rincones del domicilio enclavado en el corazón de la delegación Iztapalapa, una zona de alta marginación y altos índices delictivos en el Distrito Federal.
“Fue un cateo con todo respeto, nos trataron muy bien”, dice Gabriela.
Elvia, la tercera de la familia, señala: “entendemos que Santa María Aztahuacán es una zona difícil, muy popular. Nos sorprendió mucho que dijeran que había gente secuestrada. Les dijimos que buscaran lo que quisieran. Pensamos: Que vean que no hay nadie. Cuando terminaron el cateo nos ofrecieron reparar algún daño, pero no pasó nada. En broma les dijimos que si no sería en la vecindad de a lado. No nos dijeron nada y se fueron”.
El problema estaba en la casa vecina donde vive Noemí, la mayor de los hijos de los Berumen.
Ella escondía desde hacía 10 días a la pareja más buscada por el gobierno federal: el ex alcalde de Iguala, Guerrero, José Luis Abarca y su esposa María de los Angeles Pineda.
Sin sueño y en la sala de su casa daban vueltas al asunto. De pronto se percataron que volvía a la calle un movimiento de patrullas “y hacen el operativo en la casa de mi hermana (Noemí); pero pensamos que estaban checan-do la zona.
Es su trabajo, está bien. Pero en eso vimos que se llevaron a mi hermana y a otra mujer, pero no nos preocupamos.
Imaginamos que era una niña que se había fugado de su casa, se veía como embarazada, a quien mi hermana quizá le había dado alojamiento y sus papás denunciaron. Al día siguiente vimos en la tele que habían capturado a los señores Abarca”, describió Elvia Berumen.
El joyero
—¿Ustedes al ver esto no buscaron a Noemí?
—No, no pensamos nada malo. Hasta que lo vimos en la televisión y vimos la foto de Noemí. Ella nunca llamó ni lo ha hecho. Noemí no aceptó la ayuda de su familia. Prefirió quedarse con un abogado de oficio. Pero su padre ha sentenciado: “si tiene que pagar, que pague” por sus delitos.
Ninguno de los Berumen Rodríguez está afiliado al PRD.
En el padrón del partido del sol azteca —consultado por un Diario de circulación nacional—, aparecen hermanos y sobrinos de Salvador Berumen, pero Elvia asegura que también son vecinos distantes.
Noemí conoció en 2007 a Yazareth, hija de los Abarca, mientras estudiaban en la Universidad Anáhuac del Sur. En 2009 sufrió un accidente. Gabriela y Noemí fueron a do-nar sangre. En el hospital co-nocieron a la hoy pareja acusada de la desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapa. “Nos decía que su papá era joyero, hasta que una vez nos pidió que le diéramos like en su página de Facebook y nos enteramos que era candidato a alcalde de Iguala”.
Hace casi 41 días que comenzaron a ver a los Abarca en líos.
“Fue como cuando te enteras que alguien se murió. ”, dice Gabriela. Pero no se inmiscuyeron en el asunto y su hermana Noemí, distante de la familia, tampoco les dijo que desde hace unos 10 días los resguardaba en su hogar.
“El problema de nosotros es tener una hermana incómoda y, si me perdonas la palabra altisonante: empieza con pen y termina con ja. Es lo que pensamos. Es una hermana difícil e incómoda que siempre ha tenido conflictos, no piensa las cosas”, asegura Elvia en entrevista.
Grúas Berumen es principalmente subcontratada —dicen Elvia y Gabriela—, para dar servicios a Six Flags, la Presidencia de la República, campañas del PRI, en el Estado de México, o la campaña de Andrés Manuel López Obrador en 2006.
En las últimas horas viven bajo presión. No han sido llamados a declarar o comparecer por autoridad, pero algunos clientes comenzaron a retirarles los contratos desde ayer.