Buscan rescatar del olvido el hecho armado de “La Batalla del Ébano”

Insertar a San Luis Potosí en la historia, implica recuperar el valor, la importancia y la trascendencia de un hecho que, curiosamente se mantiene desconocido para la mayoría de los potosinos: La Batalla del Ébano, que en mayo del año entrante cumpliría cien años, destacó el promotor de la conmemoración que vestirá aquel municipio donde se instaló el primer pozo petrolero de México: Juan Estrada.

En ese marco se presentó ayer el ciclo histórico, social y cultural denominado Revolución, Poesía y Petróleo. El poeta Alfonso Badillo Dimas aportará a este esfuerzo un poemario denominado Cometa, en el que inserta precisamente al Ébano en aquella historia del petróleo al través de la vivencia y la sensibilidad poética.

La sensibilidad de Badillo nos conduce a un recorrido desde el Ejido La Tijerita, las semillas de ébano, del valle de Texas y el Río Bravo hasta el pueblo del primer pozo petrolero, desde la vivencia de un niño que sostiene con una cuerda en lo alto del cielo un papalote, un cometa; de un niño que recuerda los productos comerciales y culturales de su entorno, las figuras del cine y del canto, los juegos inocentes que no van más allá de las guerras de lodo en medio de la noche, entre las luciérnagas, cercanos a los aullidos de los coyotes b ajo las estrellas.

De eso se trata, además de repotenciar el espacio que hasta ahora le han negado al Ébano los historiadores de la Revolución Mexicana; de colocar en la página de la Revolución Mexicana aquella batalla definitiva y definitoria para la propia revolución: la Batalla del Ébano, sus 62 días bajo el fuego.

Por ello importa el esfuerzo de las instituciones, de la sociedad, de los historiadors locales, de los artistas, de los promotores de cultura que, ya se sabe estarán presentes con un ciclo de cine que versará sobre la revolución y sobre el petróleo, sobre la forma en que se fue insertando, desde Ébano al México en una nueva era que ofrecía prosperidad, justicia social.

Para esto sirve la cultura, para insertar al mundo en un escenario de sensibilidad, para poner en conocimiento los hechos, para darles una dimensión más humana y más interior; quizá no para ofrecer soluciones materiales, pero sí para darles impulso y sentido, expresó el poeta que escogió al papalote (papalotl), un juguete indígena, como un símbolo de libertad; la libertad que se desliza en el aire como señala ya, en Pedro Páramo, Juan Rulfo:
“El aire nos hacía reír; juntaba la mirada de nuestros ojos mientras el hilo corría entre los dedos detrás del viento, hasta que se rompía en un leve crujido, como si hubiera destrozado las alas de un pájaro”.
Papalotl es una voz náhuatl que significa “mariposa” y, a veces, como ella, su vuelo, es errático, cuando el viento lo abate y lo hace bajar en espirales.

Ébano se prepara para celebrar aquella batalla de 62 días, aquella batalla que definiera el rumbo de la revolución y nos llevara, a poco a la nacionalización de la industria petrolera, para buscar también la compensación de aquel pueblo mestizo, de hondas raíces indígenas y a la vez cosmopolita, una compensación que lo saque del olvido, de la desigualdad, del atraso y la pobreza, recordando que el chapopote de este primer pozo pavimentó las calles de las grandes ciudades europeas y, también estadounidenses.