La vergüenza

Nunca pensé ponerme tan nerviosa por reencontrarme con una amiga que migró a Japón hace casi 20 años. Claro que me dio un enorme gusto volver a ver a mi entrañable y siempre crítica amiga de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Pero y ahora cómo le explicaría, cuáles mis argumentos ante los cuestionamientos que en cualquier momento aparecerían luego de los abrazos y los saludos afectuosos.
Hablamos de nuestras vidas, de nuestros hijos, de encuentros y desencuentros amorosos, pero yo sabía que ninguno de esos puntos sería el clímax de la conversación.
Llegó el momento, ineludible. Ella me preguntó que qué habíamos hecho con el país. Me señaló que en honor a la verdad, había veces que en el Japón a ella le daba pena decir que era mexicana. Que sí lo adivinaban bien, pero que ella nunca lo andaba presumiendo más.
Yo entretanto, me mantenía callada. Sabía que ganaba tiempo mientras ella hablara, porque la verdad la vergüenza me tenía atrapada, sin argumento alguno.
Y cuanto tocó mi turno, como una verdadera estúpida lo único que se me ocurrió como argumento fue una pregunta:
–¿Acaso las reformas estructurales que el Gobierno de Peña Nieto ha logrado insertar en el país, no han llegado a los oídos de los japoneses?
Mi amiga sonrió y me asestó. –Sabes perfectamente de que hablo.
Claro que yo lo sabía pero el pavor me convertía en una verdadera cobarde.
Ella desde fuera y residente en un país desarrollado e industrializado luego de la terrible devastación de un pueblo tras la detonación en territorio propio de una bomba nuclear, había visto como un gobierno es capaz de guiar a su pueblo y hacerlo resurgir de las cenizas, así que sin más fue contundente.
–Mira Claudia, eso de garantizar a la estructura social de cualquier país las condiciones óptimas para su desarrollo económico, no es ningún obsequio de los gobiernos de cualquier país del mundo hacia sus gobernados; es una obligación. De igual forma, garantizar a sus pueblos seguridad y paz. Pero aquí en México todos han dejado que el Gobierno en turno tome parcelitas de quehacer y aún así le aplauden…
Mientras desde su óptica en el extranjero me daban verdaderas lecciones de quehacer político, yo no dejaba de sentir vergüenza y me quedé, la verdad, acéfala de argumentos.
Acta Divina…Al rendir su Segundo Informe de Gobierno, el presidente Enrique Peña Nieto dejó en claro que con las 11 reformas estructurales, «México se está transformando y lo está haciendo en democracia, a partir del diálogo y los acuerdos».
Para advertir… De vergüenza en vergüenza que ya ni contamos.