*.- Ciencia política en crisis *.- México y el segundo adiós de Sartori

Fundado hacia 1929 con la creación del Partido Nacional Revolucionario, el sistema político mexicano fue descubierto por la academia y creado el modelo de análisis sistémico en 1951 por David Easton, el sistema político mexicano fue descubierto por la academia mexicana en 1972 con la aparición del ensayo el sistema político mexicano de Daniel Cosío Villegas.
Antes, en Polonia, Francia y los Estados Unidos hubo algunos acercamientos al sistema mexicano pero con metodología extranjera. El texto de Cosío Villegas fue una presentación que hizo en Austin y se basó, más que en un método de ciencia política, en un análisis histórico, aunque en 1976 el politólogo Manuel Camacho Solís, en un ensayo para El Colegio de México, dijo que el texto de Cosío Villegas era apenas un ejercicio de “periodismo ilustrado”.
A partir de 1972, la politología mexicana comenzó a hacer un acercamiento teórico al edificio institucional de la política, el poder y el Estado. Sin embargo, la ciencia política mexicana —el enfoque científico de la política práctica— siempre ha marchado detrás de la realidad. La democratización, la transición, la alternancia y la restauración no han tenido explicación en la comunidad politológica académica.
La izquierda como comunidad cultural e ideológica tampoco ha analizado a fondo el sistema político mexicano; si acaso, ha enfocado sus baterías en la estructura política, ideológica y corporativa del PRI, aunque sin llegar a conclusiones que permitan explicar el funcionamiento sistémico. El único marxista que hizo un esfuerzo extraordinario parta analizar el sistema mexicano fue José Revueltas, cuyo ensayo México: una democracia bárbara logró identificar el funcionamiento del Estado y sus estructuras de poder. Lamentablemente ni en la política, ni en el Partido Comunista Mexicano y menos hoy en el Partido de la Revolución Democrática hay un interés por rescatar las tesis sistémicas de Revueltas.
El retraso en el funcionamiento de la ciencia política mexicana es sorprendente: del 2000 a la fecha, casi tres lustros, ha habido una media de cinco o seis congresos de ciencia política pero ninguno ha tocado el tema de la transición, del modelo mexicano y de la teoría de las transiciones, y ya México entró en una fase de restauración del viejo orden priísta. Así, la ciencia política mexicana sigue sin explicar la crisis del sistema político, la alternancia del 2000 y el regreso del PRI en el 2012.
El texto de despedida de Giovanni Sartori, al cumplir los noventa años de edad, es muy sentimental aunque representa su último reclamo sobre el destino del homo sapiens. La crisis de la ciencia política estalló en 1989 con el desmoronamiento del Muro de Berlín, pero pudo más la tesis del fin de la historia de Francis Fukuyama que alguna reflexión teórica de la ciencia política internacional. El pensamiento cuantitativo de la ciencia política estadunidense no ha sabido explicar el fin del modelo soviético autoritario.
En México, la ciencia política teórica marcho al lado del funcionamiento de la polis pero sin ninguna influencia real; lo más grave: ni siquiera en la explicación de la presencia del sistema político mexicano y en su colapso en el 2000 con la alternancia a la derecha. El único que abrió un espacio de debate sobre el funcionamiento del sistema socialista autoritario y burocrático fue Octavio Paz —y lo hizo desde 1951 al revelarse la existencia de campos de concentración soviéticos y luego en 1967 en Corriente Alterna— pero la alianza priísta-progresismo en la cultura política desdeñó el llamado al debate. Para explicar qué ocurrió en el sistema político mexicano en el periodo 1968-2000 es indispensable releer a Paz.
Cuando el politólogo César Cansino catapultó el artículo de Sartori de 2004 preguntando hacia dónde iba la ciencia política por su obsesión cuantitativa y publicó su ensayo La muerte de la ciencia política, el desdén académico la tesis de Cansino fue sorprendente: el silencio. La academia politológica se quedó pasmada con el reclamo de Sartori pero se negó a avanzar en la tesis de Cansino: la ciencia política se había olvidado de la teoría, de las ideas y de la filosofía; los clásicos habían sido arrumbados en el cuarto de los cachivaches. Sin embargo, las crisis del autoritarismo mexicano, del PRI como partido hegemónico, de la izquierda como propuesta socialista, del sistema de representación política y de las instituciones intermediadores llevaron a la ciencia política el limbo de la realidad y por lo tanto carecieron de propuestas de interpretación.
Los partidos políticos mexicanos han entrado a un juego mayor en el sistema de partidos pero sin explicar lo ocurrido y por tanto sin tener nuevas ofertas; peor aún, los dirigentes partidistas son ignorantes de la teoría de los partidos ni de las críticas de Robert Michels a la oligarquización de las dirigencias partidistas. Varios politólogos sistémicos han llegado a posiciones de decisión en la estructura de organización electoral pero sólo como administradores de instituciones y no como diseñadores de nuevos funcionamientos.
En su agregado a su libro Ingeniería constitucional comparada. Con el posfacio: la transición de México, ¿hacia dónde? Una agenda para la reforma, Sartori hizo tres recomendaciones que se han cumplido pero que no han ampliado la democracia: un nuevo sistema electoral, la abolición de la no reelección de legisladores y una definición clara de los poderes del presidente de la república. Para Sartori, la transición mexicana hacia sido hacia una “democracia presidencial”.
Tampoco las propuestas de Sartori encontraron una ciencia política dinámica para analizar propuestas y resultados. Las reformas que se han hecho en México en esos tres rubros carecieron de fundamentación teórica y salieron por concesión presidencial a la oposición, pero a la larga distorsionando el funcionamiento y los equilibrios del sistema político. De ahí la conclusión de que el vacío teórico de la ciencia política mexicana vis a vis el sistema político priísta han impedido la formulación de propuestas coherentes de transición democrática o de fases de democratización.
La despedida de Sartori y el texto de Cansino La muerte de la ciencia política deberían desperezar a la comunidad politológica de México para llevarla a la nueva centralidad sistémica cuya crisis necesita tanto de explicaciones y escenarios opcionales.