Reunión de jefes militares a un siglo de la raíz de la Constitución

La alegría estaba impregnada por todas partes. Aquella mañana del 10 de octubre de 1914, Aguascalientes amaneció con gran bullicio, sus calles y plazas lucían llenas de soldados con cananas cruzadas en el pecho, repletas de cartuchos. Todos se querían hacer notar: “Circulaban por las empedradas calles centenares de automóviles, casi todos con los capacetes hacia atrás y en ellos militares tocados con sombreros texa-nos”.
La imagen es del ingeniero militar, historiador y diplomático Vito Alessio Robles (1879-1957), quien había sido invitado a participar en la Convención de Aguascalientes como representante del general Eduardo Carrera. El regocijo alcanzaba para que en las afueras y en los patios de los hoteles se tocaran La Valentina, La Cucaracha, La Adelita y Jesusita en Chihuahua, que eran coreadas al unísono.
Dos de las principales fuerzas revolucionarias: el villismo y el carrancismo, habían acordado reunirse en esa ciudad a partir de aquel día. Las intenciones eran resolver las diferencias y evitar enfrentamientos, así como definir entre todos un solo proyecto de nación y elegir un gobierno apoyado por todas las fracciones. Esa tarde se efectuaría en el Teatro Morelos la primera junta previa de la Convención.
“El comienzo de las sesiones parecía muy promisorio. Estaban reunidos los delegados del constitucionalismo y del villismo para tratar de zanjar sus diferencias y se invitaría a los zapatistas a que se sumaran a ella. Todos parecían dispuestos a comprometerse plenamente con lo que ahí se discutiera y aprobara. Como prueba de ello, Obregón propuso que todos los delegados juraran ante la bandera ese compromiso y que estamparan su firma en el lábaro patrio”, señala la historiadora Patricia Galea-na. El historiador Felipe Ávila coincide: “Pocos acontecimientos fueron recibidos con tanta expectación, fue una posibilidad para ponerle fin a cuatro años de violencia, de inestabilidad política sobre todo cuando parecía que los revolucionarios habían conseguido lo que querían: echar del poder al gobierno de Victoriano Huerta. Parecía más fácil ponerse de acuerdo entre ellos, definir un proyecto de nación, elegir gobierno, acabar con las diferencias y sumar fuerzas…”.
Aquella exceptiva, sin embargo, “en mes y medio se vino abajo”. Ávila, quien a propósito del centenario de la efeméride publica Las corrientes Revolucionarias y la Convención de Aguascalientes (INEHRM/Universidad Autónoma de Aguascalientes) aventura dos razones: “Cada una de las fuerzas representaba un proyecto de nación distinto, que había diferencias profundas y en muchos sentidos irreconciliables, que hacían imposible la unidad entre el villismo, el zapatismo y el constitucionalismo”.
Las diferencias eran sociales, políticas, económicas, culturales, regionales “e incluso étnicas y generacionales”. Pero no sólo de los líderes, sino que, afirma el especialista, también de los centenares de convencionistas que acudieron a Aguascalientes para participar en la reunión:
“Hubo un choque de personalidades, un choque de ambiciones, de intereses; las características muy suyas de cada uno de estos personajes influyeron para catalizar las otras diferencias de proyecto que estaban en la base de lo que no pudo fructificar en la asamblea”.
Todos los días, a partir del 10 de octubre, se darían acalorados debates. Ávila considera que dos eran las fuerzas imperantes: la alianza de Francisco Villa y Emiliano Zapata por un lado y, por el otro, el liderazgo de Venustiano Carranza apoyado por Álvaro Obregón, Pablo González y la mayoría de los constitucionalistas. La primera, sin embargo, era la más fuerte, pero también la que saldría vencida. Carranza, al enterarse de que la Convención pondría a votación su retiro del gobierno, maniobró para desconocer la asamblea y no sólo rompe con ella, sino que la enfrenta. Villa, por su parte, sería retirado, con su consentimiento, del mando militar de la División del Norte.
El siguiente episodio será una cruenta etapa de la Revolución, con todas las facciones enfrentadas.
Ávila dice que a pesar de ello, la Convención será el antecedente directo de la Constitución de 1917, que aún rige el país: “el principal legado de la Convención son sus discusiones, sus grandes debates y su cristalización en el programa de reformas políticas, económicas, sociales de la República, su programa de gobierno que me parece que es el antecedente de la Constitución”.
Muchos más temas se plantearon: “La Convención fue pionera en poner a discusión en la agenda nacional temas que ya parecían importantes hace 100 años.
Pero con que con el paso de los años se han ido haciendo cada vez más: el sistema parlamentario de gobierno, la revocación del mandato, la equidad entre hombres y mujeres, la protección a los hijos naturales.
, la moral de los funcionarios o el papel de las organizaciones de la sociedad como contrapeso para el ejercicio público”.

Para conmemorar el centenario de la Convención de Aguascalientes, el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM) publica Las corrientes Revolucionarias y la Convención de Aguascalientes, de Felipe Ávila; La Convención Revolucionaria de Aguascalientes, de Vito Alessio Robles, y Los hombres de la Soberana Convención Revolucionaria, compilado por Carlos Betancourt Cid. El miércoles 15, el espacio que se localiza en Francisco I. Madero 1, esq. Plaza del Carmen, San Ángel, llevará a cabo a partir de las 18:00 horas el foro “Centenario de la Soberana Convención Revolucionaria”.