Tlatlaya, desde Foggy y Bottom

Que, una vez más, como habitualmente lo venían haciendo, las Fuerzas Armadas Mexicanas se oponían a pertenecer a las llamadas Operaciones de Mantenimiento de la Paz ordenadas por el Consejo de Seguridad –miembros permanentes: China, Francia, Federación de Rusia, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y, claro, los Estados Unidos– y que el Departamento de Estado del vecino norteño, echó a andar su maquinaria para “torcerles la mano” a los altos mandos.
Que desde los cuarteles ubicados en el añejo barrio Foggy Bottom de la capital imperial, se echó a andar la pesada maquinaria mediática, habida cuenta que la prensa mexicana, as usual, había quedado $ati$fecha con un boletín oficial y con las declaraciones del torpe gobernador mexiquense Eruviel Ávila –en realidad él no gobierna, lo hacen por él desde Los Pinos– y de su procurador estatal ¿de justicia?
Primer misil, el de la Associated Press (AP).
El de la edición latinoamericana de la revista Esquire, enseguida.
Y que la presión surtió efecto. Que Enrique Peña finalmente recibió el sí de la milicia tan golpeada y lastimada por los reprobables sucesos de Tlatlaya, mundialmente divulgados por algunos de los muchos brazos mediáticos de las oficinas ahora jefaturadas por John Kerry.
Que entonces ya se pudo hacer el anuncio desde el edificio de la Primera Avenida esquina con la Calle 42 de Nueva York.
Que allanadas las resistencias militares y navales, éstas se encasquetarán los uniformes de Naciones Unidas.
PRIMER YERRO EN LAS INDAGATORIAS
Ahora que, tras ese par de ganchos a los higaditos dizque gubernamentales, el aparato se volcó –ahora sí– a indagar los sucesos. Con los consabidos yerros que son sello de la casa.
Porque no cuadra ni checa que, unas horas después de que la más alta autoridad ministerial del país explicara ante la comisión correspondiente de la Cámara de Diputados las razones para atraer el caso de la masacre de Tlatlaya? y una infinidad de cuestiones técnicas de investigación de pesquisas que habían de cumplimentarse para tener resultados sobre la presunta responsabilidad de autoridades federales en el asunto, de repente, entrometiéndose en el procedimiento descrito, la Secretaría de la Defensa Nacional anunciara que ocho militares que participaron en los acontecimientos fueron detenidos y sometidos a la justicia castrense, acusados de participar en ellos.
Como si el asunto de la inseguridad, la impunidad y la corrupción no estuvieran tan revueltos en perjuicio de la población, asoma la cola un asunto de naturaleza política que parece inscribirse dentro de la estrategia general del «gobierno» para evidenciar y balconear a todos aquellos funcionarios del «equipo sub-70» ¡que estorban en el gabinete a los muchachones de Atracomulco!
Y toda esta comedia, desatada por declaraciones neoyorkinas de un grupo de derechos humanos que amenazó con que, si no se esclarecía? lo de Tlatlaya, ¡EPN ya no podía ser más condecorado!
Ni aún pagando, como hasta ahora, por las «corcholatas», listones de colores, pergaminos y diplomas.
Así que ¡a investigar!
¡Y a ponerse sobre la testa el casco azul de la ONU!
ROSARIO DE AMOZOC, EN EL SENADO
La proyectada visita de EPN al Senado, mañana, con el propósito de develar los escudos de los Estados –que desde dos años cuelgan de sus paredes internas que dan al hemiciclo central– suscitó una serie de reacciones en la sesión ordinaria de la (mal) llamada Cámara Alta, que harán época.
Lo ríspido de las posiciones de los partidos? y sus representantes «en uso de la voz» echó a perder todo tipo de visita presidencial. Hubo reclamos de todos lados hacia el «Preciso» y salieron a relucir joyas priístas de senadores que confesaron ¡su abierto calderonismo!
Se dijeron de todo. El lavadero en pleno. Se perdieron las composturas y salió a relucir un grito que parecía preguntar quién era el que había invitado a EPN a arrastrar por ahí el capote.
Vergonzoso desde cualquier ángulo. Como que las ansias de reflectores y de impacto en medios de comunicación está ganando desde hace rato la carrera a la reflexión y la mesura para gobernar.
Debe ponerse coto a las ansias de esos novilleros, porque el «gobierno» está acabando el primer tercio como el rosario de Amozoc, ¡y los tambores llaman a recato, no a rebato!
YUNES: MÁS PRONTO CAE UN HABLADOR…
Antes de caer en las garras de una autoridad que nunca le pudo probar una sola acusación y ser extraditado a Estados Unidos ?para compurgar 15 años de cárcel, Pancho Colorado era un hombre muy poderoso en el norte de Veracruz y en Pemex. Por su poder económico, precisamente, atrajo hasta a las moscas y, con dinero, consiguió que uno de sus hermanos fuera candidato a una diputación del PAN, que en esa entidad maneja Miguel Ángel Yunes, desde que Felipe Calderón se la dio prácticamente en concesión.
Por eso suena ridícula y digna del peor trapacero, la página donde unes –mil veces acusado de prevaricato y otros crímenes– se deslinda del rico ganadero, aduciendo que desde hace diez años él fue quien lo acusó primero. «¡Atrapen al ladrón!» (¿Dónde habré oído eso?)
Hace mal Yunes Linares en andar buscándole ruido al chicharrón, pues aunque el impugnado está reducido a prisión injusta (pues no ha sido juzgado por lo que dicen que hizo) hay muchos socios y testigos de él que, en una de esas, hacen caer al cojo antes que siga con sus habladurías.
Material hay muchísimo en manos de los investigadores, desde lanchas de propiedad del «político» llenas de cuestiones delicadas, hasta serias acusaciones que todavía no tienen cauce legal, en perjuicio del patrimonio público.
Así que, antes de andar presumiendo de delator (¡hágame usted el refabrón cavor!), el rijoso Yunes debe hacer un serio examen de su propio pasado, no sea que, en una de esas, pueda tropezarse con él o pueda atropellarlo. ¿No cree usted?
Índice Flamígero: En Querétaro y en redes sociales se ventila un caso muy similar a aquél que dejó a Genaro Góngora en la lona. El divorcio de la pareja formada por Sandra Septién Nieto y Alfredo Salinas, a quien se impide ver al hijo procreado por ambos. Hay sospechas no comprobadas de que el tío de ella, Carlos Manuel Septién Olivares, magistrado presidente del Poder Judicial local haya influido en un juicio lleno de «posibilidades» y no de realidades. El poder económico y la influencia política asoman también cuando, por ejemplo, Facebook sacó de circulación la página de la comunidad que apoya al padre despojado de sus derechos. Tan bien que se veía desde el centro la carrera ascendente del gobernador José Calzada… ¡y ahora esto! + + + También en Facebook apareció el sábado un suelto sobre la nueva matanza en Iguala, Guerrero, estado sin gobernador –¡salud!– ni gobierno: “…el principal (autor) intelectual en este ataque que perpetuaron es el secretario de Seguridad Pública del estado de Guerrero(,) el teniente Leonardo Vázquez Pérez, pagado por Omar Cuenca Marino”, quien –señalan– es el que financia la desestabilización imperante en la entidad del Pacífico. Lo asocian con “otro líder de la banda de Los Rojos que opera en Morelos”, Santiago Mazari Miranda. De éste señalan “fue el que les pago a los estudiantes para que los echaran por delante”. Este es el clima de paz y de reducción de la violencia que cacarean los fruncionarios del “gobiernito” chaparrito.