Las doctrinas materialistas nos quieren robar la dimensión humana y nos inducen conductas altaneras que nos llevan a excusarnos por nuestros errores y fracasos culpando por ellos a Dios y a los demás. Excusas inmorales y del todo inaceptables.
Así lo asentó, durante la homilía el pastor de la grey católica potosina, Jesús Carlos Cabrero Romero, en el marco de la eucaristía celebrada este mediodía de domingo en la Catedral Metropolitana.
Tras exhortar a despojarse de la vanidad, la soberbia y el individualismo para volcar la vida cotidiana en los valores esenciales de la convivencia social, el arzobispo, citando la lectura de una carta de San Pablo a los Efesios, como aquel, convocó a los congregados a que nada se haga por espíritu de rivalidad, en la soberbia, invitando a que cada uno vea a los demás como sus superiores.
Recordó que es de barro el material humano y por ello –dijo—, el hijo de Dios se hizo barro, asumiendo con ello la humildad y para recordarnos que los hombres, los seres humanos, estamos llamados “a alturas y dimensiones grandes”.
Pero, lamentó, no hemos entendido y “seguimos terqueando, e insistimos en culpar a Dios y a los demás de nuestros errores, de nuestras fallas. Y si seguimos por este camino –advirtió—, nosotros que estamos llamados a la felicidad vamos a amargarnos la vida.
Insistió en convocar a los feligreses a despojarse del egoísmo, de la vanidad, de la altanería, para asumirse con humildad, para sortear la vida con verdad y honestidad, con principios.
Contó la anécdota de cierto rey, quien preocupado por heredar el reino y su responsabilidad, llamó a sus hijos para depositar en sus manos cierto tipo de semillas; les pidió trabajarlas hasta que estas fructificaran. Pasado un tiempo, los llamó: Hubo quienes se presentaron ante él con plantas hermosamente floridas; otros con árboles de frutos y, entre ellos, uno, con una pequeña macetita en la mano, con cara de tristeza, sin una flor, sin una planta, sin un fruto.
