Deciden hoy cuatro millones el futuro de Escocia

Corre aire frío y algo de niebla en la colina que vigila el escenario de la Batalla de Bannockburn, en la que los clanes escoceses al mando del rey Robert de Bruce derrotaron a los ingleses hace 700 años. Una gran bandera ondea en la punta del mástil y los adolescentes de una escuela vecina visitan el pequeño centro de interpretación que explica la vieja historia de un país que pasó a formar parte del Reino Unido allá por 1707.

Más de tres siglos después, 4.3 millones de escoceses con derecho a voto deciden hoy si se separan del Reino Unido. Una nueva encuesta de la firma Panelbase publicada ayer coincidió con los resultados de los últimos sondeos, al otorgar al “no” a la independencia de Escocia una ventaja de cuatro puntos, con 52% de los votos, contra 48% del “sí”. El gobierno británico intenta frenar la independencia prometiendo una masiva transferencia de competencias políticas en caso de victoria del “no”. La independencia de Escocia sería un movimiento histórico que generaría un terremoto político en Europa.

El centro de Glasgow, capital económica de Escocia, era anoche una marea de banderas escocesas. En la George Square, tomada por los partidarios del “sí”, se sucedían los discursos a favor de la independencia. “Gane el sí o el no, el viernes lo celebraremos juntos”, clamaba uno de los oradores. Una joven decía: “Cuando hagas tu elección, que tus esperanzas venzan a tus miedos”.

Escuchándoles, un grupo de universitarios explicaban que apoyan la independencia “para quitarnos de encima el gobierno de Londres y sus políticas neoliberales”. Jamie, camiseta, bandera y demás parafernalia independentista, contaba que “Escocia es mucho más igualitaria que Inglaterra, o al menos eso nos gusta pensar. Aquí hay más sentido de justicia social”.

Una broma dice que en Escocia hay más osos panda (dos en el zoo de Edimburgo) que diputados conservadores (sólo uno). Esa divergencia ideológica (incluso los nacionalistas son de centroizquierda) podría tener mucho peso en el voto, porque aquí muy pocos dudan de su identidad escocesa.

Las características más importantes del hipotético nuevo Estado han centrado el debate. Si la independencia triunfa, Escocia seguirá siendo una monarquía e Isabel II su reina, como lo es todavía de Australia o Canadá. Los escoceses añadirían la nacionalidad escocesa a la británica.

Edimburgo deberá decidir cuál será su moneda. Tiene tres opciones: seguir con la libra esterlina, algo que Londres rechaza; adoptar el euro, pero antes tendría que ser miembro de la Unión Europea (UE), un proceso que puede ser largo; o crear su propia moneda. Los nacionalistas repiten desde hace meses que conservarán la libra y que si Londres no lo acepta ellos no asumirán ninguna deuda.

Sebastian Dullien, del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, considera que la opción de ingresar en el euro “podría no ser la menos atractiva”, porque continuar usando la libra esterlina sin acuerdo con Londres “dejaría a Escocia sin un banco central que actuara como prestamista de último recurso”. Dullien estima que la creación de una nueva moneda “tendría el desafío de su credibilidad y Escocia debería pagar mayores primas para colocar sus bonos”.

También tendrán que negociar el reparto de la deuda británica, que roza el 100% del PIB. Y tranquilizar a la banca, pues gigantes como Royal Bank of Scotland o Lloyds ya anunciaron que cambiarían su sede legal a Londres. El sector bancario suma activos equivalentes a 12.5 veces la economía escocesa, un gigantismo que ya se llevó por delante a países como Islandia, Irlanda o Chipre.

Sería clave el reparto de las aguas territoriales, porque en los mares de Escocia duerme 60% de las reservas petroleras de la UE. Ese maná se explota desde los años 70 y revolucionó la economía del norte de Escocia.

Desde entonces, el Tesoro británico ingresó por impuestos del petróleo unos 375 mil millones de euros. En 2012 se extrajo de esos pozos, en el Mar del Norte, 63% de las necesidades petroleras británicas. El sector genera 450 mil empleos directos e indirectos, casi la mitad en Escocia. El 1.7% de los ingresos fiscales británicos procedan del petróleo. En una Escocia independiente sería el 20%. Quedan entre 15 mil y 24 mil millones de barriles.

Alexander Kemp, profesor de Economía del Petróleo de la Universidad de Aberdeen, considera que “la mayoría de los pozos producirán petróleo hasta 2050, pero algunos durarán más y hay 125 pozos descubiertos que no se explotan porque ahora no son comercialmente viables con un barril a 90 dólares, pero podrían serlo en el futuro”.

Una Escocia independiente pediría además seguir en la UE, pero los tratados europeos no recogen una situación así.

El presidente de la Comisión Europea, Durao Barroso, repite que Escocia saldría del bloque y debería pedir su reingreso.

Jennifer Jackson-Preece, profesora de Derecho Europeo de la London School of Economics, explica que “según el derecho internacional, la cuestión clave es saber si los dos Estados serían sucesores del actual Reino Unido.

Los precedentes indican que posiblemente sólo el resto del Reino Unido tendría el estatus de sucesor; una Escocia independiente constituiría un nuevo Estado y tendría que pedir su adhesión a la UE”.