El yogurt búlgaro, un elixir de longevidad y milagro dietético

Elixir de longevidad, alimento, medicamento, desintoxicante , elemento dietético o afrodisíaco. Científicos en todo el mundo han confirmado y comprobado las maravillosas cualidades del yogurt, un alimento básico, inventado hace más de un siglo por un búlgaro.
Stamen Grigorov descubrió en 1905 la base científica de la producción del yogurt, que se genera de forma natural al cuajarse la leche de oveja o, más común en nuestros días, la de vaca.
El joven Grigorov era entonces asistente de la Cátedra de Bacteriología de la Universidad de Ginebra (Suiza). Tenía apenas 27 años cuando descubrió que una bacteria provoca la fermentación de la leche y con ello las cualidades provechosos del producto, que en Bulgaria se conoce como ‘kiselo mlyako’ (leche agria).
«Esta bacteria, en forma de palo minúsculo, sería denominada luego ‘Lactobacillus bulgaricus’, explica Daniela Yordanova, directora del pequeño museo del yogurt búlgaro, ubicado en la aldea de Studen Izvor, cuna natal de Grigorov, a unos 90 kilómetros al suroeste de Sofía y muy cerca de la frontera con Serbia. El museo, de dos pisos, reproduce en la planta baja una habitación típica búlgara del siglo XIX, con alfombras, trajes nacionales, una pequeña mesa redonda y sillas de tres patas, y también molinos de aceite.
El segundo piso está ocupado por un maqueta que muestra el camino del yogur, desde los animales en los pastos, a través de instalaciones industriales hasta los supermercados, y también tableros informativos de Grigorov, su trabajo y las propiedades del yogurt.
Grigorov estudió e investigó en la Universidad de Ginebra bajo el patrocinio del bacteriólogo Leon Massol, quien rápidamente se dio cuenta del enorme talento de su estudiante.
«La bacteria está en las hierbas que las ovejas pastan. Y eso se debe en gran parte a las condiciones climáticas favorables en nuestro país», cuenta la presidenta de la fundación «Stamen Grigorov» y nieta del científico, Yulia Grigorova.
En ese contexto, recuerda que en la región donde nació su abuelo nunca hubo industrias contaminadoras.
«En aquella época, ni una familia búlgara se sentaba en la mesa sin yogurt. Era una tradición secular», asegura.
Cuando los animales comen tomillo e hipérico, junto con la hierba común, la bacteria llega a su leche y es cuestión de simple tecnología convertirlo en yogur.