Chikungunya o de los temas que a veces olvidamos

Vivimos en un mundo que funciona con base en frágiles equilibrios: sociales, ambientales, económicos y políticos.
Todo depende de que las alteraciones en los sistemas se presenten en los márgenes de error considerados en la “normalidad”, y de que no haya agentes fuera de los sistemas que den al traste con lo que ha tomado décadas, siglos y, en algunos casos, milenios en ser construido.
En ese sentido, no está de más recordar que nuestro planeta está todo el tiempo en lo que podría considerarse como un “campo de tiro estelar”, en el que hay meteoros que podrían –ya lo han hecho- alterar de un momento a otro el curso de la evolución.
Todo el tiempo enfrentamos también la amenaza de la locura humana que, una vez puesta en práctica, constituye siempre una posibilidad de guerras o masacres que pueden literalmente incendiar o desestabilizar regiones enteras y poner en crisis, por ejemplo, a la economía planetaria.
Otras de las perpetuas amenazas, consustancial a nuestra naturaleza, es la aparición, propagación o resurgimiento de virus o bacterias que pueden alterar también drásticamente el ciclo de la vida en la Tierra.
Por ello, vale la pena llamar la atención en torno a la Alerta epidemiológica emitida el pasado 29 de agosto por la Organización Panamericana de la Salud, respecto de la confirmación de casos autóctonos de transmisión del virus chikungunya, el cual es transportado por la misma especie de mosquitos que son portadores del virus del dengue.
De acuerdo con el llamado de la OPS, el chikungunya fue confirmado en diciembre del año pasad
De hecho, se ha detectado su presencia en 33 países y territorios, fundamentalmente ubicados en el Caribe y Centroamérica, pero también con casos confirmados en los Estados Unidos de América.
A lo largo de lo que va de este año, la OPS tiene un registro de 850 mil casos de dengue, un dato de suma relevancia si se considera que –como ya se dijo- este virus se propaga por el mismo mosquito que puede ser portador del chikungunya.
De acuerdo con el documento titulado “Panorama epidemiológico de Fiebre por Dengue y Fiebre Hemorrágica por Dengue”, elaborado por la Secretaría de Salud, al 1 de septiembre de este año se contabilizan 3,468 casos confirmados por fiebre hemorrágica por dengue, así como 8,310 casos de fiebre por dengue.
Frente a ello, es de destacarse el trabajo de la Secretaría de Salud, pues al comparar los datos con la misma fecha de corte en 2013, se tiene una reducción de 54%, un dato que no es menor, sobre todo si se considera que es una enfermedad transmitida por vector y que su disminución depende de una adecuada estrategia de control. En ese sentido es de fundamental relevancia que la Secretaría de Salud no baje la guardia y que implemente de inmediato las medidas requeridas para evitar, en la medida en que esto es posible, la llegada del nuevo virus a nuestro país, en el cual, afortunadamente, no se ha confirmado aún ningún caso positivo por chikungunya.
Lo anterior ante el dato relativo a que todavía hay poco más de 58 mil casos en análisis en los que existe la probabilidad de que se lleguen a confirmar como casos positivos de fiebre por dengue o fiebre hemorrágica por dengue.
Las epidemias han sido y seguirán siendo parte de la historia de la humanidad, y lo más peligroso es no tomar las medidas de prevención necesarias para enfrentarlas en caso de que se presenten. Ya nos ocurrió el sexenio pasado frente al virus H1N1: nuestro país carecía de los fármacos necesarios para curar la enfermedad, así como de las capacidades necesarias para diagnosticarlo a tiempo y con precisión; como resultado, las consecuencias económicas fueron devastadoras. Y ése es un escenario que no debe ni puede volvernos a ocurrir.