11-S, la amenaza cambia y crece

La primera semana de septiembre transcurría entre el
calor y la humedad que siempre traen consigo los
últimos coletazos del verano en esta ciudad que abreva a orillas del Río Potomac.
En el Capitolio, el receso legislativo había dejado desiertos los pasillos y las oficinas del Senado y la Cámara de Representantes, con el personal de seguridad disfrutando de un paréntesis sin bullicio y sin el habitual ajetreo legislativo.
Mientras tanto, en el Departamento de Estado, el Pentágono y la Casa Blanca las cosas eran completamente distintas; allí se vivía una frenética actividad.
En medio de un rosario de reuniones y conferencias, la administración del presidente Barack Obama trabajaba a contrarreloj para terminar de aterrizar la estrategia contra el Estado Islámico (EI), una amenaza terrorista que ha mutado desde el 11 de septiembre del 2001 (11-S), cuando las células operativas de Al-Qaeda consiguieron penetrar y golpear a un Estados Unidos con la guardia baja.
Entre los participantes de los encuentros y cónclaves secretos, los expertos del Departamento de Estado, el Pentágono, la CIA y miembros del Consejo de Seguridad Nacional afinaban los detalles de una estrategia que fue puesta en marcha desde el momento en que Obama ordenó el bombardeo de posiciones del EI, a fines de agosto, para evitar la caída de Irbil y Kirkuk, donde se encuentran los pozos petroleros que explotan algunas de las grandes compañías de EU como ExxonMobil o Chevron.
Delegaciones de varios países europeos llegaron en varios vuelos desde Londres, París y Berlín para discutir con funcionarios de la administración Obama los alcances de esta nueva estrategia. Y aunque la mayoría reconoció -en encuentros privados con EL UNIVERSAL-, que sus gobiernos no estaban en completa sintonía con los planes de EU, la mayoría admitió la necesidad de arrimar el hombro ante una amenaza terrorista que ha hecho sonar la señal de alarma en toda Europa.
Sin fecha de caducidad
A diferencia de hace 13 años, EU y sus aliados se preparan para una nueva ofensiva contraterrorista sin fecha de caducidad. Los avances de los ejércitos yihadistas en Irak y Siria, la muerte a sangre fría de dos periodistas y la conversión de más de 200 ciudadanos de EU -y entre 400 y 800 del Reino Unido- a la causa terrorista del EI, han devuelto a los ejércitos estadounidenses y a sus agencias de inteligencia al punto de partida de hace 13 años, pero con una amenaza terrorista peor que la que planteó Al-Qaeda aquel aciago mes de septiembre de 2001.
«El EI es mucho peor que Al-Qaeda», aseguró en julio Brett McGurk, principal responsable del Departamento de Estado para los asuntos de Irak e Irán durante una audiencia del Comité de Exteriores de la Cámara de Representantes.
«El EI, que se separó de Al-Qaeda, ha dejado de ser solamente una organización terrorista. Hoy es toda una fuerza armada», enfatizó para subrayar que, a diferencia de Al-Qaeda, el EI tiene ambiciones territoriales, económicas y políticas para establecer un califato entre Siria e Irak.
Congresistas cuestionaron entonces cómo fue que las agencias de inteligencia y la administración Obama perdieron de vista esta amenaza. Para los responsables de la Comisión del 11-S, encargada de responder las preguntas más duras que surgieron tras los atentados terroristas del 2001, los responsables de este fallo no están sólo en el gobierno, sino también en el Congreso, que desoyó muchas de sus recomendaciones y no atendió las peticiones que hizo Obama en junio para contener la amenaza del EI en Irak y Siria.
«Resulta interesante escuchar estos días a varios miembros del Congreso culpando a Obama por su indecisión, cuando muchos de ellos no han hecho absolutamente nada para hacer frente a esta amenaza», aseguró el ex congresista demócrata por Indiana, Lee Hamilton, vicepresidente de la Comisión del 11-S.
Hamilton puso el caso de los 500 millones de dólares solicitados por Obama desde junio para reforzar a las fuerzas moderadas del ejército de liberación sirio que combaten a los ejércitos de Bashar al-Assad y a las fuerzas del EI al mismo tiempo. «Y lo increíble es que los miembros del Congreso estuvieron de vacaciones mientras se quejaban de la falta de acción del presidente», añadió.
La Comisión, creada en 2002, se queja de que durante 10 años el Congreso no ha hecho sus deberes para corregir los errores que hicieron posible la pesadilla terrorista del 2001 y que hoy se ha agravado con el fenómeno del EI.
El ex gobernador republicano de Nueva Jersey, Tom Kean, parte de la Comisión, destacó la extrema polarización de la clase política, que impidió mejorar, por ejemplo, la labor de supervisión de entidades clave como el Departamento de Seguridad Nacional (DHS).
Así, a 13 años de los atentados terroristas de Al-Qaeda, EU se alista para entrar en una nueva fase militar para combatir una amenaza que creía en el pasado, pero que está de regreso más fuerte, más virulenta y más impredecible que nunca para quitar el sueño a quienes hoy observan desde Washington la forma en que se les arrastra de nuevo a ese pozo sin fondo de una guerra eterna.
Choferes crucificados continúan protesta en Paraguay
El martes pasado tres conductores de transporte público cosieron sus bocas, clavaron sus manos a cruces de madera e iniciaron una huelga de hambre para protestar por el despido injustificado de 33 trabajadores
Tres conductores de autobuses de larga distancia continúan su protesta en la capital paraguaya, luego de que el martes pasado se crucificaron y cosieron sus bocas con alambre para protestar por su despido y el de otros 30 compañeros en mayo pasado sin causa aparente ni aviso previo.
Elvio Cristaldo, Eligio Martínez, y Clemente Lovera, clavaron sus manos a cruces de madera, cosieron sus bocas con alambre e iniciaron una huelga de hambre luego de que la empresa en la que trabajaban fuera declarada en bancarrota. Señalaron que mantendrán esta medida extrema hasta ser reincorporados a la compañía.
Los inconformes trabajaban para la compañía de transporte urbano colectivo Pykasú en la ciudad capital, Asunción. Ahora han radicalizado sus protestas luego de que los recursos legales que presentaron no dieron los resultados que esperaban.
Sus demandas incluyen una justa compensación por la pérdida de sus empleos, beneficios de salud y el regreso de su ruta de transporte que fue contratada por el gobierno.