Génesis del Estado Islámico

Una nueva amenaza se cierne sobre los intereses de Estados Unidos y sus aliados europeos y regionales en Medio Oriente: la milicia fundamentalista Estado Islámico (EI), que ha tenido espectaculares éxitos militares en su cruzada por expulsar a los “infieles” occidentales e instaurar un califato en Irak y Siria y avanzar incluso más allá.

Los gobiernos de EU y el Reino Unido han descrito al EI como un peligro mayor que Al-Qaeda, responsable de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001.

El presidente estadounidense Barack Obama y el primer ministro británico David Cameronadvirtieron en un artículo conjunto publicado el 4 de septiembre en el diario The Times que “si los terroristas (del EI) piensan que nos debilitarán con sus amenazas, no pueden estar más equivocados. Países como Reino Unido y Estados Unidos no se dejan intimidar por asesinos bárbaros”. El EI “va más allá de todo lo que hemos visto”, advirtió previamente el secretario de Defensa de EU, Chuck Hagel, el pasado 21 de agosto.

El propio Cameron alertó en un artículo en The Sunday Telegraph (16 de agosto) que “si no actuamos para cortar de raíz el embate de este excepcionalmente peligroso movimiento terrorista, se hará cada vez más fuerte”. Con la misma preocupación, el secretario de Estado de EU, John Kerry, advirtió en un artículo en The New York Times (29 de agosto) que si no se controla a los extremistas del EI serán un “peligro” para una región estratégica que incluye a JordaniaLíbano,Turquía e Israel.

El EI cobró notoriedad a principios de este año con su avance sobre Irak y más recientemente con la brutalidad de sus acciones, calificadas como “terroristas” por EU y sus aliados, entre las que destacan las decapitaciones de los periodistas estadounidenses James Foley (19 de agosto) ySteven Sotloff (2 de septiembre) y la ejecución sumaria de decenas de soldados sirios capturados (28 de agosto).

El pasado 1 de septiembre, la vicealta comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Flavia Pansieri, denunció en Ginebra las atrocidades cometidas por el EI, que incluyen asesinatos, secuestros, tortura, esclavización y ataques sexuales contra grupos como los yazidíes, cristianos o turcomanos, y que configuran crímenes contra la humanidad. Denuncias similares fueron hechas esta semana por Amnistía Internacional (AI) y Human Rights Watch (HRW). Ante tal desafío, EU impulsa una coalición global para enfrentar a los yihadistas.

Miles de seguidores

Encabezado por el iraquí Abu Bakr al-Baghdadi, que se unió a la resistencia contra la invasión estadounidense de Irak en 2003, el EI cuenta con 50 mil combatientes en Siria y 30 mil en Irak, mil de ellos extranjeros venidos de Europa y EU, para sumarse a su lucha por establecer un califato, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en Londres.

En el pasado, Baghdadi, por quien EU ofrece una recompensa de 10 millones de dólares, intentó unir su grupo con la rama de Al-Qaeda que opera en Siria, el Frente Al-Nusra, pero fracasó en su propósito. Además, desafió al líder de Al-Qaeda y heredero de Osama bin Laden, el teólogo islámico egipcio Ayman al-Zawahiri, quien le había reclamado concentrar sus operaciones armadas en Irak y dejar Siria para Al-Nusra.

En consecuencia, el EI ha buscado fortalecerse con reclutas del exterior. La última semana de agosto el diario The Washington Times informó que 300 estadounidenses peleaban en las filas del EI. El reporte surgió luego de que se informara que el estadounidense Douglas McAuthur McCain, había muerto combatiendo en Siria en las filas del EI.

Despachos de la BBC indicaron que el EI ha tenido victorias importantes. En marzo de 2013 ocupó la ciudad siria de Raqq, la primera capital provincial en caer en sus manos; en enero de este año, capitalizó las tensiones entre la minoría sunita y el gobierno de mayoría chiíta en Irak, con la toma de la ciudad de Faluya, predominantemente sunita, y de áreas importantes de Ramadi, además de tener presencia en poblados cercanos a la frontera con Turquía y Siria. Pero lo que verdaderamente impactó fue la conquista de la ciudad iraquí de Mosul en junio pasado, la segunda más importante después de la capital Bagdad.

Aunque existen controversias sobre el territorio que realmente controla el EI, ya que diferentes medios presentan mapas distintos de su dominio, según el análisis de Katahy Gilsinan (The Atlantic, agosto de 2014), el avance del grupo yihadista quita el sueño a EU y sus aliados. El jefe del Pentágono destacó que el EI es un grupo “bien organizado, sofisticado y bien financiado”.

Parte de su financiamiento provino inicialmente de donaciones de personajes adinerados de los Estados árabes del Golfo, sobre todo de Kuwait y Arabia Saudita, que apoyan la lucha para derrocar al presidente sirio Bashar al-Assad. El EI también se financia con actividades ilícitas como la extorsión, el secuestro, cobro de rescates, venta de antigüedades robadas y el contrabando.

En 2012, denominado entonces ISIS (Estado Islámico de Irak y Siria), el grupo yihadista tomó el control de campos petroleros en Siria y se cree que obtiene ganancias vendiendo el petróleo con precios de descuento a quienquiera que pueda pagarlo e incluso al propio gobierno sirio de Bashar al-Assad, según el libro The Islamic State of Irak and Syria, de Charles River Editors(julio de 2014).

“Conocido como también como Al-Qaeda en Irak (AQI) y Estado Islámico de Irak y Levante (ISIL), el EI ha tenido frecuentes cambios de nombre, pero estos no han sido sólo cosméticos: representan las múltiples transformaciones que el grupo ha experimentado y simbolizan su flexibilidad y adaptabilidad, lo que no sólo le ha permitido sobrevivir por más de una década, sino incluso florecer como uno de los grupos más influyentes en la región”, señala esa obra.

El diario The New York Times documentó (30 de agosto) el diestro manejo de las redes sociales que despliega el EI para propagar sus ideas, reclutar militantes entre los musulmanes que viven en países occidentales, con mensajes multilingües, e intimidar a sus enemigos, así como para mostrar sus logros militares con imágenes tomadas con drones (aviones no tripulados).

La edición online de Foreign Policy (28 de agosto) informó a su vez del contenido de la laptop de un yihadista del EI capturada en Siria, con miles de archivos, entre ellos instrucciones para elaborar bombas y armas biológicas, robar automóviles y sobre cómo disfrazarse para evitar ser arrestado.

El EI resulta así, de acuerdo con la percepción de Occidente, un nuevo jinete apocalíptico, pero también se argumenta que los yihadistas no convencen a miles de militantes para sumarse a la lucha sólo con amenazas y coacción. “Por muy repugnantes que sean sus actividades (del EI), cientos de miles de musulmanes sunitas viven en la zona del califato y no han escapado por sus vidas”, consideró el periodista Robert Fisk (The Independent, 20 de agosto).

De allí el cuestionamiento de Fisk: “Si el califato es tan repugnante, asqueroso, horripilante en su brutalidad impulsada por la pureza, ¿cómo se explica que toda esa gente —sirios e iraquíes— no hayan huido junto con sus hermanos cristianos? ¿Son unos pocos miles de combatientes armados capaces de forzar a tantas personas en un una zona tan amplia de Medio Oriente?”.

Un efecto de la caída de Saddam

El fanatismo del EI no actúa en el vacío. Tiene razones que la óptica occidental desaprueba o parece ignorar. El EI es una de las consecuencias de la guerra que derrocó al dictador iraquíSaddam Hussein (2003). Aunque en el Irak de Saddam no operaba Al-Qaeda, como argumentaba la administración de George W. Bush para justificar, entre otras razones, la ofensiva estadounidense y aliada contra ese país árabe, la destrucción del régimen secular iraquí (sunita) dio paso a una resistencia fundamentalista armada que llevó a la creación de Al-Qaeda en Irak (AQI), de donde proviene el EI. Nuevos grupos terroristas buscaron desde entonces resistir la ocupación estadounidense que se prolongó hasta diciembre de 2011.

La insurrección contra el régimen de Al-Assad en Siria en (2011), al calor de la “primavera árabe” que derrocó a los gobiernos de Túnez y Egipto, alentada por EU y sus aliados occidentales, llevó también por otra parte a la aparición de milicias radicales para derribar al gobierno sirio e instaurar un régimen islámico, muy distinto al sueño de democracia que los grupos opositores moderados buscaban para Siria.

La confluencia de ambos movimientos, que han tenido cambios internos, disputas y rupturas en los últimos años, ha llevado a la creación de esta Hidra moderna de múltiples rostros que envenena la paz de Occidente. Por ello, en la cumbre de la OTAN en Gales se acordó una coalición internacional para destruirla.