Jarritos de Tonalá, a punto del «quiebre»

Los jarritos de Tonalá, Jalisco, y la loza engre-tada podrían convertirse pronto en piezas de museo, pues los artesanos que trabajan con esta técnica están a punto de desaparecer; las normas ambientales, el crecimiento civil, la in-troducción de la tecnología en la producción y los productos que llegan de fuera los tienen contra las cuerdas.
Celestino Campechano Ramos tiene más de 30 años trabajando esta técnica y aún mantiene uno de los pocos talleres que quedan en este municipio de Guadalajara; sin embargo, asegura que el oficio se acaba: «la gente de antes ya murió y las nuevas generaciones se dedican a hacer otra cosa porque esto es muy laborioso e incostea-ble». Mientras Celestino habla, uno de sus hijos amasa el barro con los pies; al fondo del taller otros avivan el fuego en el horno de leña para poner a secar cientos de jarritos que aún conservan el color negro del barro fresco; ha llovido toda la mañana y no hay sol que los curta.
«Antes la mayoría de la gente se dedicaba al barro de greta y a cultivar la tierra, por eso es tierra de artesanos; casi toda la loza se iba a México y en el tianguis se vendía sólo eso», recuerda. Celestino, junto con otros artesanos de barro de greta, han tratado de reunirse y conformar un grupo para buscar alternativas colectivas, pero -dice- no han podido ni juntarse 100.
El crecimiento de la ciudad ha provocado que donde antes había barro, ahora existan pavimento y casas, por lo que no pueden extraer la materia prima y tienen que comprarla ya molida, en costales.