Geishas: las doncellas del arte japonés

No son prostitutas. Hay que alejar ese pensamiento cuando se les vea pasar con sus kimonos elegantes, sus peinados elaborados, su maquillaje blanquizco y sus pasitos rápidos, por las calles de Japón. Las geishas, después de la desaparición del samurái y junto con los luchadores del sumo, son el único exponente del pasado nipón.

En la antigüedad, específicamente en la Era de Edo hasta la Era de Meiji, la palabra geisha se utilizaba para referirse a cualquier persona que profesaba artes (poesía, teatro, pintura), pero también se extendía a otros sectores: religioso, deporte, maestros y actores que trabajaban en locales privados.

Este sector de actores y bailarines de teatro ambulante eran conocidos como kabuki odori, los antecesores de las geishas. Eran hombres que bailaban ante los samuráis, celebraban la ceremonia del té, servían sake y tocaban el shamisen (instrumento parecido a una guitarra pero de tres cuerdas), este baile era conocido como okuni. Las geishas adoptaron esta tradición.

Los sitios donde se representaba el kabuki fueron creciendo, también las artes y la prostitución. Esto no fue visto con buenos ojos por el gobierno, quien decidió limitar estas actividades y centrarlos en los llamados «distritos de placer», controlados por las autoridades.

Hasta 1779, las geishas fueron reconocidas como artistas y se adoptó el sistema kenban, el cual restringía a 100 el número de artistas y las protegía de caer en la prostitución. En la actualidad funciona como un sindicato de geishas.

En la actualidad, son pocas las japonesas que se convierten en geishas, su educación es tan especial y rigurosa que la hace muy costosa. Durante su formación, donde aprenden las antiguas artes niponas, danza, canto, música, política, filosofía, viven en casas llamadas okiyas, en este periodo deben trabajar en restaurantes o casas de té para poder pagar sus estudios. En esta etapa, las aprendices son llamadas maikos y se diferencian de una geisha por el maquillaje y peinado.

Para verlas caminar o en un espectáculo es necesario ir al barrio de Gion, en la ciudad de Kioto, donde se da la mayor concentración de estas mujeres, sobre todo, en las calles Sanjo, Gojo y Higashiyama.

En los hoteles, los espectáculos de geishas rondan los 4 mil 800 yenes (680 pesos mexicanos, aproximadamente), incluyen danza y música, por un bono extra (entre 500 y mil yenes) se puede participar en una ceremonia de té. Los espectáculos más económicos corren a cargo de las maiko, ellas son las únicas que pueden representar la danza kyomai, inspirada y orientada a los sentimientos masculinos.

En Tokio, también es posible tener un encuentro con geishas. Los seis hanamachi, barrios donde habitan y que significa «ciudad de flores», más tradicionales son: Shimbashi, Akasaka, Yoshicho, Kagurazaka, Asakusa y Mukojima. Ellas no están en casas de té, sino en restaurantes donde se sirven elegantes banquetes; una geisha es sinónimo de buenos modales.

En la ciudad también es posible rentar un atuendo completo y realizar una sesión fotográfica. Los turistas pagan desde mil 500 yenes por hora (200 pesos). Otro de los negocios más redondos es la elaboración de las pelucas llamadas katsura. Se confeccionan a la medida de la cabeza y la fisonomía de la geisha. Una original cuesta alrededor de los 100 mil yenes.