Un millón de abortos

En nuestro país, el aborto en su dimensión personal es un tema de voz baja. Deja de serlo en la calle o en los medios. En lo personal se calla porque es un hecho que en términos generales no se aprueba… cuando una mujer habla de su aborto lo considera un tema de intimidad y con cierto rubor confiesa que no lo volvería a hacer. Los hombres ni lo mencionan.

El debate por la vida se inició en México en el año 2007, cuando después de un proceso turbio y mentiroso se termina legalizando el aborto.

Las posturas se radicalizaron y finalmente se legalizó bajo la creencia –errónea por cierto- de que la vida humana inicia después de los tres primeros meses del embarazo.

Una primera postura es la de quienes afirman que no hay vida humana en las primeras semanas, que el feto o bebé es algo así como un tumor extirpable.

La segunda postura, sobre la que los legisladores no quisieron profundizar, asegura que la vida humana inicia en el momento de la concepción, postura que da prioridad al niño.

Finalmente, una tercera postura que es la que se está imponiendo, es ni el bebé ni la madre, sino ambos. Atender a la mujer embarazada y al bebé que está en su vientre.

En 18 estados del país, incluido Nuevo León ahora, el aborto no es legal. Alguien tenía que parar esta carnicería humana.

Fue en el año 1989 cuando conocí en Monterrey al doctor Bernanrd Nathanson, que se conocía entonces como el Rey del Aborto, había practicado en su clínica en Nueva York más de 60 mil abortos y cuando la ciencia avanzó y él pudo ver con claridad que desde el inició de la concepción había vida humana, con dolor y honestidad dio marcha atrás y exclamó: “Dios proteja a nuestros bebés”… dedicó el resto de sus días a luchar contra el aborto.

Un millón de abortos al año son muchos, equivalen a 740 abortos al día, 114 cada hora y dos abortos por minuto.

No se trata de un tema ideológico, ni siquiera religioso, es un tema de humanidad. Es inconcebible que en pleno siglo XXI, cuando se cuida y respetan a los animales y hasta las plantas, estemos matando tantos bebés.

Solamente la sociedad civil organizada podrá frenar esta masacre y así está sucediendo, por encima de la Suprema Corte de Justicia y de la Secretaría de Salud.

Cada día queda más claro que el discurso abortista además de antiguo es falso y mentiroso, muchos afirman y no sin razón que es además machista y discriminatorio.

Son tantos los abortos que se practican al año, que es una jugoso negocio la comercialización de fetos; como si fueran “un mercado de carne’’, los tejidos del embrión sirven para ayudar a aliviar enfermedades como la diabetes y el Mal de Parkinson, por lo que en muchas partes existe la compra-venta de embriones con pingues ganancias económicas.

Despliegue usted en su buscador “interrupción legal del embarazo” y encontrará un sinfín de empresas –muchas extranjeras- que promueven y lucran con el aborto bajo este sofismo