Sucesión del papá incómodo

De las nueve gubernaturas en disputa el próximo año, cuatro tendrán una disputa PRI-PAN y dos PRI-PAN-PRD. El dato interesante será el factor energético como elemento adicional en la designación de los candidatos y en los compromisos del PRI con el PAN.
La joya de la corona política es la gubernatura de Nuevo León. En el horizonte histórico el PRI entró en crisis en 1971 cuando el presidente Echeverría destituyó al gobernador Eduardo Elizondo por un conflicto estudiantil, pasó por el estilo atrabancado con los empresarios del gobernador Alfonso Martínez Domínguez y se colapsó cuando Carlos Salinas de Gortari impuso a Sócrates Rizzo en 1991 a pesar de las acusaciones —nunca probadas— de que el pasado guerrillero de Rizzo estuvo en la Liga Comunista 23 de Septiembre que asesinó al patriarca empresarial Eugenio Garza Sada en septiembre de 1973.
En el hoyo de las crisis de finales de siglo, el PAN ganó la gubernatura en el sexenio de Zedillo pero el PRI la recuperó en dos ocasiones en los sexenios panistas de Fox y de Calderón. Ahora, con el PRI de nuevo en la presidencia, el factor PAN vuelve a las andadas por el papel activo fundamental de Gustavo Madero en la alianza con el PRI para sacar adelante las reformas energética del presidente Peña Nieto.
De ahí que los factores para la elección de candidato y de gobernador en Nuevo León pasen por Los Pinos, el PAN y el proyecto económico presidencial que descansa en la participación activa de los empresarios.
Y el factor desestabilizador en Nuevo León es familiar: el padre del gobernador Rodrigo Medina, Humberto Medina Ainslie, ya arrancó el proceso por su cuenta y lo tomó bajo su control; en una reciente reunión secreta con la élite política local dio instrucciones para manejar el destape bajo el criterio de que el medinismo seguiría gobernando más allá del 2015, que él, el primer papá del estado, sería el elemento dominante y que el candidato lo designaría él y no el PRI ni menos aún intervendrían Los Pinos.
Si el elemento político en Nuevo León es mayor a lo local, en realidad el continuismo neoleonés parece estar más vinculado a los negocios desde el poder que a un grupo político. Por lo pronto, circula en los altos niveles del poder nacional una lista de cuando menos una docena de funcionarios estatales puestos, sostenidos y controlados directamente por Medina padre y articulados a los negocios privados del “papá incómodo” de NL: egresos, contratos de construcción, obras públicas, agua, salud, prensa, seguridad pública, oficialía mayor, construcción de escuelas, relaciones interinstitucionales y hasta la presidencia del PRI estatal está en poder del papá número uno de NL.
De ahí que en Nuevo León haya dos listas de aspirantes a la candidatura a gobernador: la política y la familiar. Los aspirantes a la nominación aún no encuentran los espacios para pasar lista en las oficinas privadas de Medina padre y algunos de plano ya dejaron entrever que no se ajustarán a los intereses de Medina padre bastante ajenos a los del PRI.
En la lógica de las relaciones de poder, los empresarios regiomontanos no se han acostumbrado a subordinarse al contratismo manejado por intereses políticos y han ido acumulando expedientes informativos de los negocios del poder. Si una clase empresarial fuerte existe en el país, es en Nuevo León. Y a partir de sus intereses han llegado a cimbrar al poder político central.
De ahí que el PRI nacional no sólo tenga que incluir en sus variables a un empresariado local dispuesto a influir en la gubernatura y a un PAN que quisiera aplicar el modelo Baja California de las concertacesiones para quedarse con el gobierno estatal, sino que el elemento más problemático será el papel activo de Medina Ainslie para poner al sucesor de su hijo.