Amo mis arrugas: Diana Bracho

Sin hacer caso a la exigencia del mundo de la farándula de permanecer siempre joven, la actriz de «El castillo de la pureza» asegura que nunca quiso ser la bonita de la película. «Tuve la fortuna de ser traga años», cuenta
Dice Diana Bracho que acepta ser la mujer que es: una actriz que respeta su edad y ha madurado naturalmente, sin resistirse al paso del tiempo y que ha hecho perfectamente a damas jóvenes y maduras tan «orgánicamente» que no teme representar abuelas, si así se le requiriera.
«Entiendo que el tiempo pasa, la edad no es fácil de aceptar o enfrentar, sobre todo en las mujeres porque de pronto te juzgan y dicen si una ya dio el viejazo.
«No quiero hacer juicios sobre las operaciones estéticas, pero he visto que incluso se las hacen personas muy jóvenes que pienso que no las necesitan», analizó Diana Bracho.
Las ventajas de aceptarse como uno es, no marca límites en el ámbito de la actuación, según las palabras de Bracho (México DF, 1944).
«Yo soy como soy y no me voy a pelear con la persona que soy, porque me he construido a través de la vida tratando de ser una persona íntegra que ama su trabajo y yo amo la cara que tengo, con sus arrugas y con la edad.
«Muy al contrario, más bien esos detalles los pongo al servicio de mis personajes para hacer un mejor trabajo. Por ejemplo no podría ser la pareja sentimental de Cristian de la Fuente en la pantalla, pero sí podría muy naturalmente interpretar a su mamá», compartió la actriz que sólo se ocupa de una cosa.
«Nunca me concentro más que en mi trabajo, nunca fue mi preocupación la belleza física, ni siquiera en mis inicios quise ser la bonita de la película o la guapa de la obra de teatro, simplemente he sido actriz y le doy todo al personaje sin preocuparme», relató.
Parte del secreto de su éxito es que jamás se ve en el monitor después de hacer una escena.
«Yo confío en que lo hice correctamente y si el director aprueba lo que hice, se queda la toma. Siempre al verse uno desde afuera tiende uno a desligarse del personaje, por eso no me preocupo. Si me salgo del personaje me empezaré a ver mil defectos y eso no me importa. Lo que quiero es que la gente me crea los personajes que hice, así sea la mesera, la abogada, la abuela abnegada o determinada cantante en escena», argumentó.
«Yo creo que un actor o actriz tiene dos edades: la cronológica que es la que la dicta tu acta de nacimiento y otra la que puedes dar en pantalla. Por ejemplo, cuando hice ‘Cuna de Lobos’, yo tenía 42 años y parecía como de veinte. Fue una casualidad y tuve la fortuna de ser traga años y parecer menor, pero nunca quise ser una mujer mayor aparentando una edad menor de la que realmente tengo», aseguró la actriz.