Museo Nacional de San Carlos: Belleza definió la pintura italiana

Si es que hay algo por lo que vale la pena vivir, es por contemplar la belleza”, sentenció Platón en El Banquete. Es bajo esta lógica que por primera vez la Colección Sgarbi, considerada una de las máximas instituciones privadas de arte italiano, sale de Europa para presentarse en México, su primera sede en América.
De las más de 300 piezas del acervo, entre escultura y pintura, una cuarentena de óleos ocuparán las salas del Museo Nacional San Carlos a partir de mañana en la exposición La teoría de la belleza. Pintura italiana en la Colección Sgarbi, un trayecto que manifiesta las múltiples representaciones de la belleza dentro de la plástica italiana del siglo XV al XVIII.
Lorenzo Lotto, Tiziano Vecellio, Guercino, Veronés, Artemisia Gentileschi, José de Ribera, Cavalier d’Arpino, Pietro Faccini, Carlo Bononi, Simone Cantarini son algunos de los protagonistas del discurso expositivo que se originó en la Fundación Caja de Burgos, en España, donde las obras se exhibieron en 2013.
Entonces, los óleos Virgen con el Niño de Cavalier d’Arpino, La Sibila de Carlo Bononi, San Jerónimo de Pietro Faccini, la Alegoría de la Pintura de Simone Cantarini, o Paris entrega a Venus la manzana de oro de Johann Carl Loth –reunidas en una mismo espacio– cumplen la sentencia de Platón, en opinión de Javier del Campo, curador de la muestra.
“Los artistas entendieron que la belleza no está propiamente en la obra, no en el objeto contemplado, sino en el sujeto que la contempla; esta idea aparentemente sencilla permitió que se pudiera recurrir a modelos no convencionales para hacer pintura que se mereciera vivir para contemplarla”, afirma Del Campo en entrevista desde España.
Si bien la exposición es un recorrido en modo temático que muestra las distintas escuelas de la pintura en Italia, el concepto de belleza rige el trayecto al entender ésta como la imitación cuasi perfecta de la naturaleza, la representación sublime del cuerpo humano y la forma tangible del conocimiento contenido en un lienzo.
El también coordinador de exposiciones de la Fundación parte de la idea de que el arte es la representación exterior del espíritu, y desde esta perspectiva plantea varias pautas sobre el significado de belleza.
Se hayan primero las obras que buscan en la belleza un modo de imitación del paisaje, con la genuina intención de reproducir la naturaleza. Es cuando, explica, la pintura se ciñe a normas y estructura fijas, pues los artistas consideran imposible copiar la perfección del entorno: “Los pintores saben que aquello era una conquista imposible y sabían que debían seguir normas que ayudaran a dar forma a ese reto”.
Por otro lado, los italianos se ocuparon de la belleza en un sentido ideal, como una manera de crear mundos alternos con personajes inexistentes y ambientes ilusorios pero que en la pintura encontraron una salida tangible. Mientras que también se agrupan las obras que usan la divinidad como una manifestación íntima.
“Todas estas pautas que pueden sustentar el concepto de belleza se cristalizarían con algo imprescindible para el arte italiano que es el conocimiento intelectual, pues con la contemplación de la belleza no dejamos perder ese pensamiento. Son los argumentos que guiaron esta selección que transitan por la pintura italiana”.
En esta lectura igual se hacen cruces con un repaso de las escuelas y los principales temas abordados por los artistas, precisa Del Campo. En sala, por ejemplo, se evidencia los focos artísticos como el Véneto y la Toscana; la Lombardía y la Emilia-Romaña, y el influjo de los centros creativos de Nápoles y Roma.