La deficiente planeación municipal

Si hay un eslabón débil en la cadena de la administración pública en nuestro país, éste se encuentra en el ámbito de los gobiernos municipales. A pesar de los avances que se han logrado en algunas ciudades y zonas metropolitanas, lo cierto es que las capacidades de gobierno y administración en las ciudades medias y pequeñas siguen siendo deplorable.
Casos hay cientos: sólo el sistema urbano nacional, en el cual se incluyen las ciudades, conurbaciones y zonas metropolitanas con más de 15 mil habitantes, está integrado por 384 unidades, en las cuales habitan más de 80 millones de personas, cifra que representa casi el 73% de la población nacional. Esto significa que, con base en el ritmo y tendencia a la urbanización del país, en el año 2020 es probable que 8 de cada 10 personas vivan en zonas urbanas de más de 15 mil habitantes.
Dado que a mayor población hay una mayor complejidad en los problemas de la agenda social, es de advertirse que los gobiernos municipales requieren transitar aceleradamente hacia nuevos esquemas de planeación y programación, pues con lo que hoy tenemos los problemas relativos al rezago social, al rezago educativo, la violencia, las enormes deficiencias en el cumplimiento de los derechos a la alimentación y la salud, las agendas medioambientales, entre otras agendas, continuarán sin atenderse adecuadamente en el ámbito de lo local.
A diferencia de la realidad que existía en 1997, año en que se llevó a cabo el primer “gran proceso de descentralización” derivado de la reforma constitucional al artículo 115, hoy existe una inmensa cantidad de instrumentos que están, sin duda alguna, “subutilizados” por parte de los gobiernos municipales.
Valdría la pena lleva a cabo una encuesta para saber el nivel de uso de los instrumentos de planeación con que hoy cuenta el Estado mexicano, en las presidencias municipales, en sus distintas áreas. Los resultados serían algo más que sorprendentes.
Por ejemplo, el Coneval cuenta con modelos de evaluación que bien podrían ser retomados por las administraciones municipales para construir mejores procesos de seguimiento y monitoreo de sus programas.
El Conapo ha actualizado desde hace más de un año las proyecciones de población, 2010-2013; y a pesar del debate teórico que existe en torno a los métodos de conciliación demográfica, el conocimiento y análisis de las grandes tendencias demográficas en lo local son indispensables para la toma de decisiones.
Finalmente, debe destacarse la inmensa cantidad de instrumentos con que cuenta el INEGI en su sitio electrónico; destaca, por ejemplo, el nuevo Sistema Nacional de Indicadores que está disponible a todo mundo, y el cual debe constituirse en una de las herramientas obligadas para la planeación municipal.
En los discursos sobre el tema se hace énfasis siempre en el hecho de que los municipios constituyen “la unidad política fundamental de la república”, que son el primer nivel de contacto con la ciudadanía, etcétera. Sin embargo, si se hace caso a lo que dicen las encuestas sobre percepción pública, lo cierto es que la ciudadanía continúa percibiendo que los gobiernos municipales son, en general, corruptos e ineficaces.
La planeación del desarrollo, en el sentido más amplio del término, implica el dominio y la utilización adecuada de metodologías científicamente construidas; lo mismo aplica para la ejecución, seguimiento y evaluación de las políticas públicas, y eso es precisamente lo que está haciendo falta, sobre todo en las ciudades más pequeñas, donde tanto la Federación como los estados tienen la responsabilidad de dar acompañamiento y detonar nuevas capacidades para la equidad y el bienestar.