Dogu y Solalinde, preocupados por los niños migrantes

En medio de la crisis generada por los niños migrantes no acompañados, el lunes arribó a esta ciudad, la Ministra consejera de la embajada de los Estados Unidos en México, Laura F. Dogu.

Fuentes oficiales informaron que la diplomática arribó a las 17:00 horas, en el vuelo comercial de Aeroméxico número 541, donde fue recibida por Alfonso Ruiz, de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).

Por la tarde del lunes, Laura F. Dogu, se reunió con miembros de organismos que trabajan con inmigrantes centroamericanos que buscan llegar a los Estados Unidos.

Se tiene previsto que este martes la diplomática se reúna con funcionarios de organismos internacionales acreditados en esta ciudad, así como cónsules de países centroamericanos y funcionarios del gobierno federal y estatal que trabajan con niños migrantes.

En tanto, el sacerdote Alejandro Solalinde Guerra, declaró que el «Proyecto para modernizar la frontera sur» y «La estrategia integral en materia migratoria», que comprende la atención a niños migrantes no acompañados, no tiene «otra explicación que el acuse de recibo y endoso para trasladar al sureste mexicano la grave crisis humanitaria» que prevalece con los infantes» en estados fronterizos y los Estados Unidos.

El director del albergue Hermanos en el camino, de Ixtepec, Oaxaca, agregó en una comunicación enviada a la Santa Sede, que es «errático el rumbo que sigue México» respecto al fenómeno migratorio», pero también «son equivocadas las políticas públicas que pretenden instaurar como modelo réplica del norteamericano».

Con esto, expuso el sacerdote, «se pretende focalizar y agravar una crisis en el sur de nuestro país, que como consecuencias traerá un alto costo social en un futuro no muy lejano, producto de una mala manera de pretender perpetuar el trabajo sucio a favor del vecino del norte en contra de las personas migrantes».

«Se ofende a los migrantes al imposibilitarles subirse al tren por la omisión del Estado mexicano a protegerlos, de tal manera que ahora seremos sus persecutores cuando nuestra vocación de país debería ser el respeto a sus derechos más elementales y la responsabilidad de su seguridad humana», dijo.

Y pese a esto, nada podrá detener a los inmigrantes en su viaje al norte, pues «los acompaña la fe de reencontrarse con sus familiares, la necesidad de huir de violencia, el hambre y el desempleo, que Dios los bendiga siempre».