Una niña explica cómo es 'el otro lado'

Noracristina sabe que su papá está en el otro lado pero no sabe qué significa eso. A lo mejor es que allá la gente anda en patines o tiene las orejas en las rodillas. Y, para salir de dudas, decide que es necesario irse, sola, a conocer el otro lado.
Como Noracristina hay miles de niños en México y el resto de América Latina ahora mismo: muchos que se quedaron sin papá o sin mamá porque se fueron a vivir al otro lado, y otros que se fueron ellos mismos, solos, con el mismo rumbo.
La experiencia de esta niña de nueve años de edad se convierte así en el ejemplo de cómo entender el fenómeno de la migración y las ausencias de los padres, en la obra «Historia del otro lado», un espectáculo de teatro dirigido a niños que se estrena hoy en el Ex Convento del Carmen.
El trabajo es el fruto de un largo esfuerzo de experimentación y montaje a cargo del colectivo Infinito Teatro, un grupo de jóvenes egresados de la licenciatura en Artes Escénicas de la UdeG que llega, con este espectáculo, a su cuarto montaje.
Esta vez tuvo el apoyo del fondo Proyecta 2014 estatal y con eso desarrolló una producción más sofisticada que en la versión original del trabajo: una de teatro callejero e intervención de espacios que incluía parkour y acrobacias y se aprovechaba de cualquier espacio abierto con un árbol.
El grupo trabajó y ensayó en la zona del templo de El Refugio, con un público ocasional que eran la gente y los niños que pasaban por allí, pero ahora se presentará en el Ágora del Ex Convento con tres actores, algunos títeres, guiños al folclor latino, mucho colorido y, por supuesto, un árbol para Noracristina.
La directora, Georgina Saggiante, subraya que se trata de un montaje lleno de juego que además interroga un tema complejo, como el de la ausencia paternal.
Pero ni es un teatro solamente lúdico ni es uno pedagógico o didáctico: “Mientras estábamos ensayando hubo muy buena respuesta de los niños que veían la obra; una vez llegó una niña, por ejemplo, que decía que su papá estaba en la cárcel; la mayoría se identificaba con Noracristina, lo cual, me parece, es una forma de cobijar al niño y hacerle ver que no es el único”.
La idea de “cobijar” al niño espectador proviene, entre otras fuentes, de la asesoría que Saggiante y el resto del grupo obtuvo de artistas como la directora local Susana Romo: “Ella utiliza precisamente esa palabra, que me parece muy adecuada porque el teatro no es una escuela, ni somos terapeutas, pero sí puede contribuir a que un niño sienta cobijo ante un problema.
Creo que los niños que no tengan padres pueden identificarse con el personaje, porque en el teatro la sensación de comunidad es muy fuerte, te hace sentir una conexión con los demás”.
La obra está basada en el texto original del tamaulipeco Ángel Hernández Arreola y es la primera vez que se presenta en Guadalajara.
Jóvenes y tercos
“Hay temporadas muy buenas y otras muy malas, pero somos muy tercos”. Para la joven directora Georgina Saggiante, de esa manera se puede explicar que alguien quiera estudiar artes y luego dedicarse a eso, y aun integrar un grupo como el colectivo Infinito Teatro con el que ella colabora.
“Todos hacemos cosas de manera independiente; creo que funcionamos como colectivo porque nos llevamos bien y tenemos el mismo fin, que es hacer teatro lo mejor que podamos”. Aunque opina que la carrera del teatro es difícil, subraya dos condiciones para sobrellevarla: una es disciplina, y otra es enfrentarse a la competencia actual de la escena en la ciudad. Porque, en su opinión, en la ciudad no sólo hay buen teatro, sino trabajo competitivo: “Yo sí le apostaría al teatro en Guadalajara”.
Y, obviamente, al teatro para niños, que, opina, “es muy importante porque te da un espacio para imaginar, para concebir cosas más allá de las que te dicen que hay, para jugar y para divertirte; creo que ir al teatro en familia es una experiencia muy linda”.